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Últimas lecturas 5

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Nueva tanda de últimas lecturas. Creo que me gusta más hacerlo así que dedicar una entrada a cada libro, aunque después aquí me enrolle como una persiana y salgan entradas kilométricas. ¿Pero de la otra forma me parecen demasiado cortas? Además, que eso de hacer una reseña no me gusta demasiado, prefiero contaros las impresiones que he tenido al leer los libros.

Este mes de enero he leído "bastante". Bastante para mí es que me he terminado cuatro libros y eso es todo un logro. Además, el comentario general a mi alrededor ha sido "¡cuánto lees!" (algo que me ha gustado).

Estoy haciendo la cadena esa que os comenté en otra entrada, por eso los cuatro libros que he leído en enero más el que llevo leído en febrero (y el próximo que leeré, que todavía no sé cuál será porque quería leer Dune, pero no me llega y creo que para no perder más tiempo (he "roto" la cadena para leer un libro que no es novela y que por lo tanto no lo meto en el juego y que es el que me está ocupando ahora el tiempo) son todos de ciencia-ficción. Advierto (por si alguien se va a sentir ofendido por ello) que uno de los comentarios lo haré en catalán porque el libro sólo está disponible en ese idioma y por tanto me parece más coherente hacerlo así. 

NO EM DEIXIS MAI (NUNCA ME ABANDONES), Kazuo Ishiguro


Imagen extraída de http://catalaserrallarga.blogspot.com.es/

La sinopsis en castellano no me gusta nada, así que os hago una de mis traducciones caseras y malas de la sinopsis en catalán:

Kathy, Ruth y Tommy eran alumnos de Hailsham, una idílica institución docente situada en la campiña inglesa. Allí, los estudiantes vivían escrupulosamente protegidos del mundo exterior y se los educaba en el convencimiento de que eran especiales y de que su integridad física era fundamental. Pero... ¿por qué estaban ahí, en realidad? Pasaran muchos años antes de que Kathy, ahora con 31 años, decida finalmente revivir el pasado. El resultado es el cautivador relato de como Kathy, Ruth y Tommy, amantes, amigos y compañeros descubren la verdad sobre su infancia aparentemente feliz y sobre su futuro.

Hacía muchos tiempo que quería ver la adaptación que hicieron en el cine de esta novela, pero como nunca me ponía, terminé por leer el libro. Que es eso que dices: que cambio más raro, ¿no? Pues sí.

Se trata de una novela distópica, pero no esperéis encontrar en ella nada parecido a las distopías actuales. No hay guerras, ni dictadores, ni gobiernos opresores que dirigen al pueblo a su antojo. Aquí tenemos un mundo completamente normal, en una Inglaterra que, aunque en la novela no se especifica, por el contexto se deduce que es alrededor de la década de los 80. Lo único extraño en esta historia es el propio internado de Hailsham y todo lo que lo rodea. De todos modos, creo que ese secreto no es especialmente relevante en la historia. No es su motor y no te pasas el tiempo angustiado por conocerlo, porque se dan pistas sobre el mismo ya desde el principio. Es más creo que conocer el secreto ya de entrada hace todavía más conmovedora y dramática la lectura del libro

Lo importante en esta novela son las relaciones entre Kathy, Ruth y Tommy y la evolución de las mismas a lo de los años, así como el retrato costumbrista de su vida en la campiña. Seguimos a los protagonistas desde que son unos críos y apenas conocen nada del mundo exterior, hasta convertirse en jóvenes adultos que tienen que abandonar la seguridad de la escuela para enfrentarse al mundo real. Y a través de todas esas etapas (infancia, adolescencia, juventud) vemos como madurará su amistad, como también esta se verá afectada por las cosas que les ocurren a su alrededor, por el descubrimiento de lo que hay más allá de Hailsham. Esas riñas, esos malos entendidos, esos momentos de compañerismo, hacen que al terminar el libro casi podamos decir que esos tres chicos fueron también nuestros amigos de infancia. Y es que, por más especial que pueda ser Hailsham y los propios protagonistas, no dejan de ser chicos y chicas con sus problemas, sus dudas, sus miedos y sus anhelos. Yo misma me he visto reflejada en muchas de las escenas, recordando mis años de colegio o de instituto mientras leía. Ese es uno de los motivos por los que me ha gustado tanto el libro. 

De todos modos, y a pesar de lo idílico que pueda parecer todo, no deja de ser una historia dura y amarga que, sobretodo hacia el final, consigue ponerte la piel de gallina y hacer que te plantees unas cuantas cosas.


LA PELL FREDA (LA PIEL FRÍA), Albert Sánchez Piñol


Imagen extraída de casadellibro.com

Este libro es uno de los grandes exponentes de la ciencia-ficción catalana (aunque yo creo que es más un libro de fantasía o de terror, pero en fin), ha sido traducido a 37 lenguas (es el libro catalán más traducido de la historia) y catapultó a la fama a su autor (que se ha convertido en un referente en Catalunya).

Otra vez voy con una traducción casera de sinopsis:

Cuando le desembarcaron en la playa con una chalupa, le sorprendió que el único habitante de la isla no saliera a recibirlo. Pero muy pronto descubre que cada noche aparecen muchos visitantes misteriosos y amenazantes. Desde este momento, su vida -que tendrá que compartir con el brutal Batís Caffó y Aneris, la de la piel fría- se convierte en una lucha frenética consigo mismo y con los demás, donde se mezclan los sentimientos de rechazo y deseo, de crueldad y amor, de miedo y desesperanza.

Bueno, pues después de leer este libro tan imprescindible de las letras catalanas (y de haberme sentido culpable por tenerlo en la pila de los pendientes tanto tiempo) mi conclusión es: ¿pero qué le encuentran a este libro para darle tanto bombo?

No, de verdad, que alguien me lo cuente, porque no he terminado de entenderlo. ¿Es por la manera como está escrito? ¿Es por algo que se me escapa porque mi mente es muy plana? Porque el tema... en fin es poco original: unos monstruos acuáticos misteriosos atacando a dos pobres desgraciados abandonados en una isla que sólo buscan sobrevivir. 

Bueno, quizas lo único "original" es el hecho de que (subrayar para leer -spoiler-) los dos protagonistas se cepille(n) a la chica-pez (que es una de los monstruos, por si no te has leído el libro y, a pesar de ello has decidido acceder a que te destripe la trama) y que todo al final termine girando al rededor de ese hecho y de esos comportamientos tan machistas tipo "el coño (la hembra) es mío, y como lo has tocado ahora me enfado contigo", algo que, en fin, a mí me dejó bastante fría.

Lo cierto es que la primera mitad del libro me pareció soporífera. Tenía la sensación de que la historia no avanzaba y de que no me transmitía nada. Ni los monstruos me daban miedo, ni me importaba un comino lo que les iba a pasar a los dos protagonistas (con los que he sentido empatía cero durante todo el libro, vaya dos tipos insufribles y detestables y asquerosos). Luego la cosa pareció dar un giro y la trama nos dio a entender que se dirigía a algún sitio. Entonces empecé a leer con ganas, para conocer ese desenlace (más que nada porque pensaba que encontraría alguna respuesta a todo lo que había ocurrido hasta el momento y a lo que no le encontraba sentido). Pero no hubo desenlace, ni respuesta, y la cosa volvió a estar como estaba. Y todo daba vueltas sobre lo mismo, sin sentido. Y que repetitivo y aburrido. 

Ah, y el final lo peor. Podría haber sido un buen final, pero la manera como los hechos conducen hasta él hace que te deje frío y con la sensación de que el autor lo eligió por la simple razón de que no sabía cómo acabar con esa historia. Y es que la sensación general es que nada conduce a nada y que todo simplemente ocurre y ya está. 


EL VENT ENTRE ELS SAGUAROS, Montserrat Galícia


Imatge extreta de http://properaparadacultura.blogspot.com.es/

Aquest llibre el vaig descobrir fent un cop d'ull a la web de Pagès Editors, que té una colecció de ciència-ficció en català molt interessant. El cas es que costa molt trobar escritores catalanes que es dediquin a aquest gènere i la Montserrar Galícia n'és una de les seves màximes exponents.

El llibre no té sinòpsis, així que us en faré un breu resum:

En un futur indeterminat, els prospectors es dediquen a viatjar per l'univers buscant planetes habitables. Quan els toben, els estudien y els registren en nom de l'empresa per la que treballen (n'hi ha unes quantes). La Ge (Geneviève Blanchet), que es la protagonista d'aquesta història, viatja amb l'Ewan MacQuinn, el seu marit i company d'aventures, i treballen per una empresa nord-americana que es diu Research Planetary Corporation. La seva nau arriba a un posible planeta habitable i els dos prospectors hi aterren per començar les investigacions. Però un cop allà descobreixen que una nau xinesa els ha passat al davant. Obligats a col·laborar, la Ge, en McQuinn, la Roma i l'Slimane hauran de viure plegats mentre fan els estudis pertinets. Però ben aviat descobriran que el planeta on han aterrat s'hi amaga alguna cosa terrible.

Tot i que pugui semblar la típica història sobre la colonitazció de planetes (existeix això?) i d'aliens a l'espai i coses que fan molta por per ser desconegudes, el cert és que, una mica com a "No em deixis mai", la part de ciència-ficció es converteix en l'excusa perfecta per parlar-nos de temes com l'amor, l'odi, la redenció, i, en general, les relacions humanes. Eh, que la missió espacial i el planeta en sí també hi diran la seva. Però bona part de la novela transcorra lluny de l'espai, explicant-nos qui és la Ge, com va arribar a ser prospectora i quin és aquest passat que amaga. De fet, aquesta part es pot arribar a fer una mica feixuga, sobretot si vas amb la idea de llegir ciència-ficció més "dura" i et troves amb aquestes explicacions de novel·la realista. Però tot té una raó de ser. I, de totes maneres, aquests records estan ben combinats amb la narració que té lloc al planeta, interrompent-se una a l'altre continuament per obligant-nos a seguir llegint.

El millor del llibre? Tot al contrari que l'anterior: el desenllaç. Em va encantar. Em va fer pensar una mica en el llibre (subratllar per llegir, que no sé si es podría considerar un spoiler) Esfera de Michael Crichton. El més bo de tot es que la intriga va in crescendo i durant les últimes planes sembla que acabi explotant i deixan-te sense alè. Jo al final fin i tot vaig tenir una mica de por.


LÁGRIMAS EN LA LLUVIA, Rosa Montero


Imagen extraída de www.librosyliteratura.es

Otro libro que llevaba en la pila de los pendientes desde hace como ¿5 años? (bueno, lo cierto es que hace tiempo quité toda la pila de pendientes porque me agobiaba mucho verla, pero estaba en el estante pendiente de ser leído).

Estados Unidos de la Tierra, Madrid, 2109, aumenta el número de muertes de replicantes que enloquecen de repente. La detective Bruna Husky es contratada para descubrir qué hay detrás de esta ola de locura colectiva en un entorno social cada vez más inestable. Mientras, una mano anónima transforma el archivo central de documentación de la Tierra para modificar la Historia de la humanidad. Agresiva, sola e inadaptada, la detective Bruna Husky se ve inmersa en una trama de alcance mundial mientras se enfrenta a la constante sospecha de traición de quienes se declaran sus aliados con la sola compañía de una serie de seres marginales capaces de conservar la razón y la ternura en medio del vértigo de la persecución.

No tenía muy claro cómo enfrentarme a este libro, porque aunque la sinopsis me llamaba muchísimo (por eso me lo compré en su día) al mismo tiempo me echaba para atrás el hecho de que una autora que escribía para un público en el que yo no me incluiría (lo digo más que nada por el tipo de gente que me pide libros de Rosa Montero en la librería) se decidiera de repente a publicar una novela de ciencia-ficción. Pero lo cierto es que no me defraudó y me lo pasé genial leyéndola. Me encantó el mundo futurista que crea la autora y la manera como le da vida en un lugar cercano como es Madrid, en vez de hacerlo en una ciudad o planeta lejano.

La novela tiene sus fallos. Hay unos cuantos deux ex machina que cantan como una almeja en medio de la narración  (toda la historia de Maio es como un WTF continuo) y a la protagonista le da por actuar de modo totalmente out of character en otras tantas (por poner un ejemplo que ahora recuerde, lo de la conversación con el gigoló en el barrio donde venden drogas me pareció lo más surrealista y falso de todo el libro). No voy a decir que el final sea previsible, pero no es sorprendente. Además, tuve la sensación de que el desenlace en general no tenía la fuerza suficiente teniendo en cuenta el clímax que había ido creando a lo largo de la trama (¿algo así como un orgasmo interrumpido?). Que, hablando todavía del final, lo alarga innecesariamente, porque está bien saber un poco qué les ocurre a los personajes después del punto y final, pero tampoco hace falta un informe detallado de qué fue de sus vidas.

De todos modos, y a pesar de esas críticas anteriores, la historia me gustó mucho. La trama engancha ya desde la primera página y, además, se lee muy rápido (¿me lo leí en 3 días? ¡Yo ya no leo libros en 3 días!). Enseguida te ves envuelto por la trama detectivesca para resolver el misterio de las muertes de reps y las memas adulteradas, y van apareciendo un seguido de personajes de lo más variopintos que te hacen querer seguir leyendo para conocer el desenlace. Que además el tema de los políticos hace pensar un poco en los que tenemos hoy en día. 

Lo mejor del libro es, para mí, su protagonista. Bruna es una tiarrona en todos los aspectos, una mujer con un par de ovarios que sabe cuidar de sí misma, pero que al mismo tiempo, bajo esa fachada, esconde a una mujer sensible, con sus miedos (me encantó el detalle de los ataques de pánico), sus dudas y sus penas. Se echan en falta más protagonistas femeninas con esa fuerza.

Por cierto, existe una versión en cómic de la novela y voy a intentar localizarla porque tengo muchas ganas de leerla. Y, además, Rosa Montero ha sacado otra novela protagonizada por Bruna Husky titulada El peso del corazón que ya está en las librerías.



EL HOMBRE HEMBRA, Joanna Russ


Imagen extraída de sideravisus.wordpress.com

Descubrí este libro gracias a un artículo que publicaron en el blog de la editorial Fata Libelli titulado El planeta de las mujeres y que si no habéis leído os recomiendo hacerlo porque le hacen una gran descripción a la obra y es muy interesante. Sobra decir que la novela está descatalogadísima y que si queréis leerla os tendréis que descargar alguna versión en pdf o movi (que por cierto, no son difíciles de encontrar).

No he encontrado una sinopsis, pero he encontrado esto, que estaba en la contraportada de la edición española del libro que se hizo en 1987 y me ha parecido que describe bastante bien qué es este libro y qué supuso en su época:

"Jonna Russ (Nueva Yorkk 22-11-37) es licenciada en inglés y Master in Fine Arts. Desde 1966 ha enseñado literatura en diversas universidades, alternando la actividad docente con la literatura y como conferenciante. Joanna Russ ha escrito más de cuarenta cuentos para varias revistas y antologías de ciencia ficción. El año 1972 fue galardonada con el premio Nébula al mejor cuento, When it changed, relato que inspiró posteriormente El hombre hembra.
Situada por la crítica junto a Disch y Delany como pionera de la llamada New Wave americana por su lenguaje dotado de una prosa viva, enérgica y atrevida, además de su compromiso con el feminismo radical.
El hombre hembra, aclamada unánimemente por la crítica especializada como una aportación esencial al género. Aprovecha al máximo la capacidad potencial de la ciencia ficción para presentarnos el contraste entre el mundo real (el tipo de vida actual de muchas mujeres) y un mundo imaginario (la vida que podrían llevar en otras condiciones).
Todo ello, narrado en un tono poético e intimista que constituye un atractivo más de esa novela extraordinaria".

A modo de resumen: 

En una realidad alternativa a la nuestra, en un planeta llamado Whileaway en el que el sexo masculino desapareció siglos atrás debido a una epidemia y en el que las mujeres se reproducen gracias a combinatoria genética, se descubre el modo de viajar entre distintas realidades. Las whileweyanas (o como se escriba) eligen como portavoz a Janet Evason y la mandan a otras realidades, donde se encontrará con Jeannine, que vive en una especie de años 30 en los que nunca ocurrió la Gran Depresión (eso lo he leído por ahí, yo no me enteré de ese dato en la lectura) y a Joanna, que vive en los 70 que conocemos. Las tres viajan al mundo de las otras y de ese modo descubren las diferencias que hay entre sus vidas. Al final aparecerá una cuarta mujer, Jael, que proviene de un mundo en el que hombres y mujeres están en guerra, y hará una serie de revelaciones bastante interesantes.

Para empezar hay que decir que este libro es una tortura. Es muy difícil de leer. Mirad si soy idiota, que al principio pensaba que me había descargado una traducción casera porque no entendía nada. Pero a medida que fui avanzando y me fui acostumbrado a la forma de narrar de Russ, comprendí que el problema era mio (luego también leyendo reseñas una vez acabada la lectura, pude ver que era un comentario habitual). 

La historia cambia continuamente de narradora sin que se avise de ello. En algunos momentos está narrando una de las jotas (como se llama a las protagonistas, porque sus nombres empiezan todos por J) y en el mismo párrafo se cambia a otra. Eso ocurre mucho con Janet y Joanna, y sobre todo cuando ambas están juntas en la misma escena, lo que crea una confusión tremenda. Luego está la narración de Jeannine, que suele ser en tercera persona contada desde el punto de vista de Joanna, y en la que Joanna insiste en que está presente en la acción (dice cosas como "yo lo vi porque yo estaba allí con Jeannine"), pero tú como lector sabes que no es así porque ninguno de los otros personajes la ve ni interactúa con ella, entonces ¿o bien es un fantasma o está metida dentro de la cabeza de Jeannine?

Dejando a un lado eso, me pareció un libro muy interesante. Utilizando la premisa de los viajes entre diferentes realidades paralelas y a la construcción de los cuatro mundos que salen en la historia, la autora se dedica a describir el machismo de la sociedad en la que vive, visto desde el punto de vista de las diferentes protagonistas (una chica criada en una sociedad machista, una mujer en los años en que nació el movimiento feminista, otra mujer que no ha visto a un hombre en su vida y por último una mujer que está en permanente guerra con los hombres). Se suceden en la novela un sinfín de situaciones hilarantes (y tristes al mismo tiempo, por lo cercanas que pueden llegar a ser a pesar de que el libro fue escrito hace más de cuarenta años) debido a las diferencias culturales. Y es que, por ejemplo, Janet no entiende nada de los hombres, Jeannine está convencida de que hay algo mal en ella por no querer casarse y que eso sea el centro de su mundo o Joanna se haya convertido en un hombre hembra para que sus compañeros hombres la respeten. Además, entre la narración se van intercalando reflexiones que la misma autora pone en boca de sus personajes y que, aunque ponen los pelos de punta, merecerían ser enmarcadas.



Reabrimos (versión: tropecientos millones)

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Muy buenas,

He estado un poco (muy) ausente los últimos tres meses, con una crisis escritoril de por medio (que arrastraba de hacía tiempo y que sólo hizo que agravarse por no afrontarla como es debido) y con ideas apocalípticas sobre dejar de escribir, cerrar el blog y mandarlo todo a tomar viento. Pero después de tomarme un respiro y de ver las cosas con más calma he decidido volver a las andadas.

En el fondo esa es la historia de mi vida: empezar ilusionada con cualquier cosa, ver que no se cumplen las expectativas (que siempre son demasiado altas porque ese es mi principal defecto: querer tocar el cielo en todo lo que hago), coger una depresión, mandarlo todo a la mierda, que pase el tiempo, calmarme, pensar que lo puedo volver a intentar, idear en un nuevo proyecto y vuelta a empezar. Y así en un bucle infinito que me hace parecer bastante bipolar a ojos ajenos.

Por el momento tengo un par de cosillas que me gustaría reseñar. También me estoy planteando recuperar la sección de "Últimas lecturas"; (aunque todavía me lo estoy pensando) y estaría bien hacer más reflexiones como las que hacía antes. Aunque tampoco quiero pensar mucho en ello. Etsa vez prefiero dejarme llevar (que ya sabemos lo que ocurre cuando hago demasiados castillos en el aire).

En cuanto a la novela por entregas que estaba colgando ("Hijos del libre albedrío") la voy a dejar en stand by por el momento. Sé que tampoco es la primera vez que hago eso de dejarla aparcada y lo cierto es que me sabe muy mal por la gente que la seguía (sobre todo en FLGG). Pero realmente necesito tomarme un respiro. A veces me pregunto si no será esa novela la que me roba las fuerzas y si debería abandonarla por completo, porque cada vez que me pongo con ella me pasan este tipo de cosas. Pero el caso es que siempre acaba llamándome otra vez. Y yo no le puedo decir que no. Psé, soy una blanda.

Ahora mismo estoy con otra cosita, que no es nada serio pero que me permite despejarme. De hecho estoy experimentando con lo de escribir en catalán, que hacía muchos años que no lo hacía. Por otro lado, tampoco me apetece demasiado meterme en concursos ni pensar en cosas serias, porque tengo miedo de que si me vuelvo a poner presión acabaré agobiada otra vez. Y no es plan convertir algo que me gusta en algo que me amarga, y menos ahora que he conseguido volver a disfrutar de ello.

Así que, en definitiva, estoy de vuelta pero intentaré tomarme las cosas con más calma (¡ja! ¡y tú vas y te lo crees!).

¡Un saludo y gracias por leer!


Libro: Las vidas que no vivimos, Jorge F. Cienfuegos

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El libro del que quiero hablaros hoy se trata de una novela autopublicada de esas que sí que vale la pena leer (algo que a veces es difícil de encontrar en el mar de mierda que corre por Amazon...).

Si sois miembros del Foro de Laura Gallego puede que ya conozcáis al autor y hayáis leído algo suyo, porque es de los asiduos al subforo de escritores. De hecho, creo recordar que la novela de la que os hablo la publicó primero allí antes de ponerla en Amazon.

Antes de meterme a comentar el contenido del libro, quería mencionar que la edición física está muy cuidada. Se trata de la edición CreateSpace de Amazon, pero se nota que el autor la ha trabajado a conciencia, con una portada muy acorde y detalles como las divertidas portadillas de capítulo o los dibujitos que acompañan al número de página, y que hacen que el libro no sea la típica y sosa edición de bolsillo común y corriente. Además, al final del mismo se incluye una playlist para acompañar la lectura (que reconozco que yo no he usado).

Pasando ya a la novela en sí, tenemos que ésta nos cuenta las vivencias de un grupo de adolescentes preuniversitarios de una pequeña ciudad estadounidense llamada Belleview. Para hacerlo, se centra en cinco personajes y sigue sus pasos durante la famosa fiesta anual que dan en la casa de uno de sus compañeros de instituto.

Sí, como seguro que habréis pensado, el libro recuerda irremediablemente a las típicas series adolescentes americanas que todos hemos visto en nuestra juventud (la mía fue Dawson Crece, aunque más tarde también me enganché a One Tree Hill) y, por lo tanto, está plagado de clichés y topicazos. Una casa enorme en las afueras, borrachos, animadoras, sexo en todas las habitaciones de la casa... Pero eso no es del todo malo, porque el autor consigue contarnos la historia de manera que no parezca que asistimos a la misma de siempre.

Sin duda, el punto fuerte de la historia son sus personajes, a los que coges cariño casi desde el principio. Están todos muy bien perfilados y en unas pocas páginas cobran vida y se plantan en tu cabeza como si los conocieras de siempre. Es cierto que a priori pueden parecer esos personajes que hemos visto en todas esas series de las que os he hablado, pero en el fondo cada uno de ellos tiene un toque distinto y especial que lo hace más cercano y más humano. Porque no son sólo "el chico inocente", "el chico homosexual", "la chica que forma parte de la pareja de novios perfecta", "la chica guapa" y "el chico antisocial". Ellos tienen sus peculiaridades, sus zonas claras y sus zonas oscuras, son lo que se ve por fuera, pero también lo que esconden dentro, y todo ello nos lo cuentan a través de las conversaciones cargadas de reflexiones que mantienen a lo largo de la historia y en las que podemos entrever sus dudas para el futuro y para el amor, y también la forma peculiar de ver la vida que cada uno de ellos tiene. 

La novela también tiene algunas cosas que no me han gustado.

Una de ellas es la gratuidad del uso de la palabra "zorra" y derivados para insultar o describir el comportamiento de los personajes femeninos de la historia. Me vais a decir que es uno de esos clichés necesarios y que da realismo a la historia porque en la vida real hay mucha gente que habla así. Pero a mí juicio empieza a cansar un poco que esas cosas sean/se consideren normales y quizás la literatura sería una buena manera de empezar a cambiarlo.

Ya a nivel más estructural, otra cosa que no ha terminado de convencerme ha sido el capítulo 5. Me ha parecido un ¿añadido?. Supongo que el autor quería presentarnos al personaje misterioso del que hablaban el resto de protagonistas, pero yo casi que hubiese preferido quedarme con el misterio. Que además, la última escena, aunque bonita y esperanzadora con contraposición con el tono más oscuro del resto de la novela, me resultó algo simplona.

Luego, a nivel más personal, comentar que la gran cantidad de sarcasmos me cansan un poco (creo que ya le comenté algo parecido al autor en relación con su otra novela). Ahora bien, los amantes de las pullas disfrutarán mucho con el libro, porque los personajes se las lanzan cada dos por tres.

Y, por último, el personaje de Rachel y sus motivaciones no han terminado de quedarme claras del todo. Que sí, que se nos cuenta porque ella actúa como lo hace, pero... Es que yo no lo termino de ver. A lo mejor es que me he perdido algo, pero ¡OJO SPOILERS! (subrayar para leer):
¿no entiendo porque se acuesta con Philip sólo para "hacerle feliz"? Es decir, Él sólo la ha cortejado durante un par de semanas como ella misma dice... ¿realmente puede acostarse con una persona a quien no quiere y que ni siquiera es importante para ella sólo para hacerle feliz, mientras que ni siquiera es capaz de hacer lo mismo por el chico que sabe que lleva enamorado de ella desde hace cuatro años? Que entiendo que sea comedida en lo de expresar sus sentimientos para no ofender a nadie, pero no le encuentro el punto a lo de que se acueste con todos los tíos que encuentra... Y más cuando LE DA ASCO.

De todos modos, y a pesar de esas cositas que he mencionado, me ha parecido una lectura muy interesante, amena y divertida, y me he ha tenido enganchada en las tres tardes que he tardado en terminarla.

Os animo a que le deis una oportunidad y espero poder leer muchas más cosas de Jorge pronto.

Manga: En la misma clase, Asumiko Nakamura

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Todos sabemos que las etiquetas van bien para hacernos una idea de lo que tenemos entre manos, pero en este caso me da un poco de reparo usarlas por las connotaciones negativas que estas pueden tener. Porque aunque el manga del que os voy a hablar se clasifica como es un BL o shonen-ai, no tiene nada que ver con la mayoría de mangas que encontramos bajo esa clasificación. No es una historia simplona con personajes estereotipados, con mucho drama innecesario o con excusas tontas para liar a los protagonistas a la mínima de cambio.En la misma clase aborda la relación entre dos chicos de forma divertida, relajada y muy amena (como la misma autora nos comenta en el primer tomo, al leerla sientes un sabor como a primavera temprana) usando un desarrollo costumbrista, y toca temas como el paso a la edad adulta y la toma de decisiones, los ataques de pánico o el cáncer, convirtiendo la historia en algo que va mucho más allá de un simple chico conoce a chico.

Sajô es un chico extremadamente educado y correcto, además de un estudiante modélico, que ha ido a parar a un instituto masculino de mala muerte no se sabe muy bien por qué. Su único punto débil son las clases de música: tiene cero oído musical. Por eso, cuando el profesor Hara decide organizar un festival de coros, Sajô se propone practicar por su cuenta para no defraudarle, porque le tiene en muy alta estima.
Una tarde, Kusakabe, uno de los compañeros de Sajô, le encuentra practicando a escondidas en el aula después de clase. Y, para sorpresa de ambos, pues ni siquiera son amigos, se ofrece para echarle una mano con sus prácticas. Sajô acepta y como resultas de esos encuentros ambos empezarán a sentir algo el uno por el otro, iniciando así una relación que irá madurando con el tiempo.


Imágenes extraídas de mangafox.com


Nada nuevo en el convento, ¿verdad? Pero estamos en las de siempre: importa muchísimo como cuentas una historia. Y en este caso la autora se toma la molestia de contárnosla con un mimo increíble.

Sajô y Kusakabe son como la noche y el día. El primero es reservado y aplicado, mientras que el segundo es extrovertido y alocado. Pero enseguida se dan cuenta de que están hechos el uno para el otro. Eso no evitará que surjan multitud de obstáculos en su relación, ya sea por culpa de terceros, por la falta de comunicación o, sencillamente, por esas cosas que tiene la vida. De eso van este tipo de mangas. Pero aún así esas circunstancias se llevan con bastante realismo, además de intercalarse con sencillas escenas de momentos diarios que los dos comparten y que te hacen esbozar una sonrisa tonta al leerlas.

Hay dos cosas que me han llamado especialmente la atención de este manga:
  • La primera de ellas el desarrollo de la historia de amor, que va cocinándose poco a poco. No con una lentitud en el mismo sentido de mangas como, por ejemplo, Lovely Complex, pues aquí los protagonistas empiezan a salir relativamente pronto. Pero aun así vemos como su amor va evolucionando, como los dos chicos maduran a medida que se conocen, como cometen errores en su relación, pero buscan la manera de solucionarlos. Les acompañamos desde que tienen 16 años y están en el segundo curso de instituto superior, con la cabeza llena de pájaros, hasta que ya con 18 han accedido a la vida adulta, y convierten lo que empezó como un romance adolescente en un proyecto de futuro en común. Tengo que confesaros que estoy enamorada de la pareja protagonista :_) La autora consigue transmitir una ternura infinita en las escenas sencillas que los dos comparten.
  • La otra es el estilo de dibujo de la autora, que tiene un toque originalísimo y muy personal. Con figuras masculinas muy estilizadas, consigue diferenciar a cada personaje con unos pocos trazos. Su dibujo tiene detalles curiosos como por ejemplo el modo en como hace ciertos objetos/partes del cuerpo, que a veces no tienen una proporción muy definida pero aun así se ve perfectamente lo que nos quiere mostrar. O como el hecho de que en algunos personajes secundarios no les desarrolla los detalles del rostro (como ocurre con Tani, el amigo de Kusakabe, o con la madre de Sajô, a la que no le vemos los ojos hasta cierto punto del manga). Particularmente me gusta mucho el modo en como hace los ojos, que no es el típico diseño de shojo manga, pero que aún así consigue darles un efecto muy expresivo y hermoso. 

Originalmente este manga nació como un tomo único que la autora realizó allá en 2006. Pero después realizó cuatro continuaciones a lo largo de los años (en realidad son tres continuaciones más un artbook que incluye un par de tiras sobre los protagonistas). Esto hace que se note bastante el desarrollo de Nakamura como autora, tanto en el dibujo (que aunque no sufre ningún cambio importante, sí que gana en el punto de ese sello personal que le imprime, sobretodo en O.B.), como en la trama (que poco a poco va haciéndose más profunda e incluso oscura en el tomo dedicado al profesor Hara).

En España, la editorial Tomodomo ha publicado el tomo original (Doukyuusei, 2006), titulado aquí como Compañeros y la continuación directa (Sotsugyousei, 2010), que consta de dos tomos: Invierno y Primavera . De hecho, ese trío puede leerse como una historia completa, pues no hay un gran corte entre ellos. A destacar de esta edición la traducción al español, que me parece muy acertada y que con un tono muy coloquial consigue darle muchísima fuerza a los personajes.


Imágenes extraídas de Amazon.es

Respecto a las otras continuaciones que no están publicadas en España, tenemos:

  •  Sora to Hara, 2009, que nos cuenta lo que fue del profesor Hara. Se trata de un tomo cerrado y bastante independiente en el que Sajô y Kusakabe también aparecen, pero como personajes secundarios. Personalmente no me gustó tanto como la historia principal porque aunque la cosa empieza con un tono muy cómico, termina como un auténtico drama. De todos modos considero recomendable su lectura para entender las historias de O.B..
  • Occupation to Beloved (O.B), 2012, en el que nos reencontramos con Sajô y a Kusakabe ya en su vida posterior al instituto y en el que, además, se van intercalando historias cortas de personajes como el profesor Hara o algunos de sus amigos que ya hemos visto en el tomo de Sora to Hara. Es imprescindible leer este tomo si te ha gustado el resto de la historia. Yo casi diría que es mi favorito, porque nos muestra una relación mucho más madura y plácida, de esas que te dejan una sensación de felicidad completa al leerlo.
  • Graduation Certificate, 2014, artbook que ya sólo merece la pena por una de las tiras que contiene.

Imagen extraída de Mangafox.com

Un manga preciosísimo, recomendable a todo aquel que disfrute con las historias de amor sencillas y bonitas.



Ediciones Nevsky abre un plazo de recepción de manuscritos

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Imagen extraída de Flickr (c) Daniel Silliman


Estoy desaparecida, lo sé. ¡Y eso que hace cuatro días vine a decir que quería volver a reactivar el blog! Pero es que me he vuelto a liar. Como siempre. Porque siempre digo "esto no lo haré" y termino haciéndolo.

El caso es que la editorial Nevsy ha abierto un plazo de recepción de propuestas editoriales y me he animado a mandar algo (si no conocéis esa editorial echadle un vistazo a su catálogo, publican mucha literatura rusa y también Steampunk, además de poner especial atención a la edición de los libros). Pero como soy así de paranoica, he decidido que mejor le doy un buen repaso a la novela, no fuera que les interesara (no tengo muchas esperanzas puestas en ello porque no estoy segura de que la novela se ajuste a lo que están buscando, ¡pero por probar que no quede!).


Por si os pudiera interesar, Nevsky quiere ampliar sus línea de autores españoles y busca novelas (terminadas) de  ficción especulativa, fantasía oscura, new weird, o de ciencia ficción que tengan una clara vocación literaria y de estilo. El plazo para entregar las propuestas es hasta el 14 de junio y en julio se pondrán en contacto con los autores de aquellas propuestas que les hayan interesado para la recepción de manuscritos. Podéis encontrar los detalles aquí.

Supongo que este mes tampoco me podré pasar mucho, pero cuando termine con las correcciones, espero poder ir subiendo al menos una entrada por semana. De todos modos me podéis encontrar en Twitter.

¡Saludos!

Cierre de año, cierre de ciclo y cierre del blog

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Aprovecho esta última entrada del año para echarle el cierre definitivo a este blog. No resultará ninguna sorpresa para nadie: llevo sin actualizar desde junio. 

Muchas cosas han cambiado en mi vida en el último año, algunas a nivel profesional, como el cambio de emplazamiento de la librería, que ha supuesto más trabajo y más estrés (si antes me quejaba de falta de tiempo ahora ya es el cáguense); otras a nivel más personal. Estas últimas creo que sólo se pueden definir como "me hago mayor". 

Me hago mayor y cambio (a veces pienso que sencillamente me estoy volviendo inestable emocionalmente, porque me paso el día contradiciéndome y cambiando de opinión). Cosas que me gustaban dejan de gustarme o, si siguen gustándome, lo hacen de forma distinta. Leo cada vez menos, me vuelvo quisquillosa con mis lecturas e intolerante con las que no me gustan. Todo me parece igual. ¿Juegos? Este año sólo he jugado al Kingdom Hearts 2 (que era sólo rejugar) y al KH Birth by Sleep, que me ha durado una eternidad. Lo intenté con Child of Light y me pareció soporífero. ¿Series? Las pocas que he visto eran todas viejas. Y las películas nuevas las podría contar con los dedos de la mano. ¿Cuántas veces he ido al cine este año? ¿Tres?

Por otro lado, cada día me cuesta más compartir aficiones e impresiones con otra gente. Me estoy volviendo huraña y solitaria en ese sentido. Me gustaría seguir haciéndolo como antes en este blog, pero a parte de que no tengo demasiado tiempo, temo que al mundo no le importe lo que tengo que contar. Es más, sé que al mundo no le importa. Porque no me lo curro, porque sólo escribo entradas de vez en cuando y sin planear. Y, además, no soporto hablar de temas mainstream. Por eso no quiero perder el poco tiempo libre que tengo en escribir unas entradas que no va a leer nadie. Porque yo escribo para que me lean y lo contrario no tiene sentido.

Otro problema que vengo arrastrando en este último año (en realidad viene de de antes, pero en los últimos tiempos ha empeorado mucho) es una preocupante falta de seguridad en mí misma como escritora. Sé que mis escritos son mediocres y no lo puedo soportar. Es una sensación horrible. Saber que no puedo dar más de mí y que lo único que puedo ofrecer es sólo más de lo mismo me bloquea. Porque... ¿para qué esforzarse? ¿Para qué tener que organizarme, sufrir por falta de sueño, por falta de tiempo que dedicar a otras cosas, por no poder estar más con los míos para escribir algo que no valdrá la pena? Aunque lo eche de menos, aunque a veces sienta que me falta algo, aunque me sepa mal que las historias que a veces pululan por mi cabeza vayan a perderse sin más, aunque sienta que estoy renunciando a mi sueño, aunque me ponga triste cuando piense que voy a apartar todo esto de mi vida, estoy mucho más tranquila así.

Hace como un mes, como otras mil ideas que se me han ido ocurriendo a lo largo de este año para intentar reconducir la situación, pensé en abrir otro blog. Tenía intención de subir relatos cortos para practicar y obligarme a escribir. Pero a la idea no cuajó. Todos esos miedos y dudas que os he comentado me paralizaron antes de poder colgar siquiera el primer relato. Y esa fue la gota que colmó el vaso. Así que por el momento voy a aparcar todo esto (escritura, blog, reseñas). Por un tiempo o definitivamente, eso aún no lo sé. A lo mejor si mis circunstancias personales vuelven a cambiar me pica el gusanillo otra vez. Por ahora sólo sé que el esfuerzo no me compensa.

En fin, muchas gracias de corazón a los que habéis estado ahí. Y me sabe mal por los que puedan echar de menos el blog. Sé que soy una rancia de narices y lo mío no son ni las despedidas ni los agradecimientos, pero ha sido divertido formar parte de esta comunidad.

Si a alguien le interesa seguir en contacto, me podéis encontrar en Twitter (@Irilaya).

Un abrazo.

Sobre las lecturas y el momento de la vida en que las realizas

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Books de Ervins Strauhmanis vía Flickr


Hace ya algún tiempo, empecé a escribir una entrada sobre este tema. Había leído cierto libro y acababa de terminar el anime de "Ataque a los titanes" y andaba algo desencantada con ambas experiencias, así que me puse a pensar en el tema de cómo nos afecta el momento de la vida en el que realizamos una lectura (o en el que vemos una película/serie, que vendría a ser lo mismo).

De todos modos, como fui incapaz de desarrollar las ideas que tenía en la cabeza, terminé por abandonar la entrada en ese pozo infinito en el que guardo el millón y medio de borradores que tengo por terminar.

Pero estos días, después de haber "leído" dos libros más, de haber visto un anime de mechas que me pareció un copy-paste de todos los que había visto anteriormente, haberme encontrado con dos reseñas que me han llamado la atención y de que, en definitiva, el mundo se haya puesto de acuerdo para obligarme a terminar esta entrada, he decidido ponerme a ello.


Para poneros en situación, digamos que todo esto empieza con el libro "Bajo la misma estrella" de John Green. 

Hace unos días, en Twitter, alguien comentó que se lo estaba leyendo. Había escuchado de todo sobre ese libro (siempre en los dos extremos), así que me dije "echémosle un ojo (sólo uno), para poder juzgar por mi misma". Y no pude pasar de la página 25.

25 páginas no dan para mucho, pero, para que os hagáis una idea, en ellas me encontré con una historia tan típicamente adolescente, con una protagonista "oye no soy guapa pero me dicen que sí", con un protagonista "que está cañón, pero yo no soy superficial y no me fijo en esas cosas, pero, oh, vaya, ya me he enamorado de él por su físico". Y aunque eso antaño no me había molestado (incluso me había gustado) ahora me parecía lo más aborrecible del mundo.

Más tarde, estuve investigando sobre la historia (y también sobre la película que han hecho) y me di cuenta de que la historia me recordaba horrores a "Un paseo para recordar" de Nicholas Sparks, que leí a los 17 y me encantó. Y  me puse a pensar en que, probablemente, si "Bajo la misma estrella" hubiese caído en mis manos en esa época, yo me hubiese convertido en una de sus mayores fans.

Después, cuando pasaron los días y hube terminado con uno de Murakami que cogí por entre medio, empecé otro libro, "Elantris", de Brandon Sanderson. Ese autor era uno de mis pendientes de hace tiempo y todo el mundo lo pone por la nubes. Es un MUST para los amantes de la fantasía. ¿Así que... qué coño estaba haciendo yo sin leerlo?

Entonces ocurrió algo: no suelo leer los prólogos de los libros, pero en este sí lo hice. Según el editor (que era quien lo escribía) "Elantris" era una obra muy original, que rompía esquemas y resultaba un soplo de aire fresco para el género. ¡Incluso el mismísimo Orson Scott Card la avalaba! No es que estuviera buscando esa novedad precisamente, pero esos comentarios hicieron crecer mis expectativas a niveles astronómicos, porque si te venden algo con tanto entusiasmo... terminas por creértelo.

Y el caso es que llevo leídas unas 100 páginas y sólo puedo pensar en "Olvidado Rey Gudú" de Ana María Matute, La Saga Darkover de Marion Zimmer Bradley y también en algunas pinceladas de "Canción de Hielo y Fuego" de George R.R. Martin. El libro está bellísimamente escrito, la historia resulta bastante interesante y no tengo quejas sobre la trama ni los personajes (bueno, exceptuando el tema religioso, que es algo que aborrezco por encima de todas las cosas). Pero no me resulta original y ni siquiera ha prendido esa chispa interior que prenden las grandes lecturas, las que te marcan.

Y, nuevamente, me pregunté si haberlo leído 15 años atrás habría cambiado la percepción que tengo de él.

Cambiando un poco de tema, hoy leía una entrada que Claudia ha puesto en su blog, en el que hablaba de lo que le había parecido la lectura de "El libro de los portales" de Laura Gallego y la decepción que se había llevado con él. Podéis leer la entrada aquí, pero, probablemente, si no habéis leído el libro ni conocéis a la autora no os llame la atención por eso os dejo una reflexión que le he hecho a ella en los comentarios:

A lo mejor es porque la mayoría leímos sus obras cuando éramos jóvenes e impresionables, por lo que guardamos un gran recuerdo de ella y la tenemos en un pedestal. Pero en el fondo, si te relees sus historias, tampoco son "para tanto". MdI (Memórias de Idhún), por ejemplo, cuando intenté releerla me encontré con que, aunque era una historia que estaba bien, ahora no me atraía de la misma forma en que lo hizo cuando tenía 20 años. Y eso no quiere decir que sea una mala novela, es, simplemente, que yo he cambiado y ahora busco cosas diferentes.

"Memórias de Idhún" (de la misma Laura Gallego) fue una trilogía muy importante para mí. Como le comento a Claudia, analizándola con perspectiva puede que no sea el mejor libro del mundo, esté plagado de fallos y, probablemente, si lo leyera ahora por primera vez no me gustaría ni la mitad de lo que me gustó entonces. De todos modos, sigo recomendándolo en la librería y considerándolo uno de mis libros favoritos de todos los tiempos.

Para terminar, me gustaría compartir con vosotros una reflexión que me hizo una clienta que tenemos en la librería (de hecho, puede que sea la mejor clienta). Es una mujer de unos 65 años y lee muchísimo. El caso es que un día, asqueada con las últimas lecturas que había hecho y decidiendo retomar algunos clásicos por si el cambio de aires la animaba un poco, me dijo que cuanto más mayor se hacía, peor lo pasaba con las lecturas, porque todo empezaba a parecerle igual y nada la sorprendía. 

Y eso me dio una pena inmensa.

Con todas estas cosas, ahora no puedo evitar hacerme todas estas preguntas:

  • ¿Es cierto que con la edad perdemos la capacidad de sorprendernos?
  • ¿De qué manera influyen (positiva o negativamente) las lecturas anteriores que hemos realizado en nuestra vida a la hora de afrontar una de nueva?
  • ¿Deberíamos ser más cuidadosos al escoger esas primeras lecturas por el modo en como pueden marcarnos en el futuro?
  • ¿Podemos seguir considerando un libro como bueno si nos gustó entonces, pero ahora nos parece un horror?
  • ¿Podemos decir que un libro es "malo" simplemente porque nos ha llegado en un momento de la vida que no era el adecuado?

Blog para la promoción de scifi/fantasía/terror escrita por mujeres

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Ya sabéis eso que dicen de que la cabra tira al monte. Así que he vuelto. Y vengo cargada con un proyecto que espero que os pueda interesar.

El caso es que desde que hace unos días vi un tuit de @EdicionesNevsky que decía, textualmente: 

"lo siento, pero en españa es cada día más complicado arriesgarse con autoras MUJERES" 

que me ha vuelto a rondar la idea (que ya me rondó hace unos años) de crear algún tipo de plataforma (¿blog? creo que sería lo más práctico) de promoción para las mujeres que escriben ciencia ficción, fantasía y terror.

¿Qué tipo de plataforma? Pues no tengo ni idea. Pero lo que sí me gustaría es que fuera un proyecto común y que estuviera abierto a todo aquel que quisiera participar.

Para empezar, había pensado en algo centrado en la literatura que no fuera romántica o juvenil, puesto que en esos ¿subgéneros? las autoras gozan de una buena visibilidad (por no decir que a veces parece que sólo escriben sobre). Obviamente esa condición no sería un dogma (a veces es difícil marcar la frontera entre lo que entra dentro de una clasificación y lo que no), pero sí me gustaría que la cosa se centrara en la literatura de ciencia ficción, fantasía y terror (llamémosla) adulta y no romántica.

¿Y cómo funcionaría esa plataforma? Pues de cualquier forma que pudiera ayudar a dar visibilidad a todas esas mujeres que escriben dentro de ese género, tanto en España, como en todo el mundo (de hecho, había pensado incluso en incluir no sólo obras en español, sino también en inglés, catalán, gallego, euskera y lo que hiciera falta). Habría reseñas, claro. Pero también había pensado en reflexiones, debates, entrevistas o incluso contrareseñas. ¿Contrareseñas?, estaréis pensando. Pues sí, contrareseñas. En plan: si alguien hace una reseña de una novela y dice que no le ha gustado por X, Y y Z y luego puede venir otra persona y hacer otra reseña diciendo que sí le ha gustado por A, B y C. Porque no se trataría de sentar cátedra, sino de dar a conocer e intercambiar opiniones. También se podría hacer algún tipo de base de datos con todas las novelas que fuéramos encontrando, para que todo el mundo pudiera consultarla. 

Por el momento sigo recogiendo ideas y estoy abierta a cualquier sugerencia, comentario o crítica (que podéis debéis dejar en comentarios). No estoy para nada habituada a trabajar en grupo ni a organizar saraos de este tipo (XD) así que toda ayuda es bienvenida. 

Espero que la idea os parezca interesante y os animéis a participar en ella para que podamos sacarla adelante.



#Proyectoescritoras

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EDITO:

Por el momento ya hemos formado un grupo de trabajo para desarrollar la idea general. De todos modos tenemos intención de aceptar colaboraciones externas (artículos, reseñas, entrevistas, etc.). Tan pronto como lo tengamos todo listo haremos pública la dirección de contacto para que nos hagáis llegar vuestras propuestas. Hasta entonces os pedimos un poco de paciencia ;)

¡Gracias por vuestro apoyo!

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Parece que la idea de crear un espacio para la promoción y difusión de autoras de ciencia ficción, fantasía y terror ha tenido muy buena acogida, así que seguimos adelante con los preparativos para poner el proyecto en marcha.

Antes de ponerme con el pequeño plan de actuación que he ideado para ir siguiendo a partir de ahora, quiero hablar de algunas cosas en las que he pensado a raíz de un par de comentarios que me han llegado, y que han hecho que me diera cuenta de que quizás no me expliqué bien a la hora de definir este proyecto:

El blog que quiero que creemos no es un blog para escritoras sino un blog para promocionar a escritoras. Es decir, podrá participar todo el que quiera y tenga algo que decir sobre el tema: tanto hombres como mujeres (sean o no escritoras). Esto no será un círculo de escritoras del género dándose palmaditas en la espalda en plan "oh, qué bien que escribimos y qué incomprendidas somos" sino un lugar que nos permita conocer y hablar de escritorAs que CLARAMENTE pasan desapercibidas por culpa de su género. 

Por otro lado, @A_Laquesis comentó si se podía flexibilizar el tema de incluir también autoras de juvenil porque hay muchas autoras desconocidas en ese campo. En mi idea inicial yo había propuesto lo de centrarnos en literatura adulta no romántica porque mi impresión era que las autoras de juvenil y de romántica tienen ya bastante repercusión. Además, tenía miedo que el proyecto terminara convirtiéndose en otro blog más de reseñas de literatura juvenil Pero supongo que es cierto que hay joyas que siguen pasando desapercibidas. Así que quería preguntaros si os parecería bien incluir también autoras de juvenil siempre y cuando no fueran mainstream y no pasaran a ser el único tema a tratar.

Por último, @Elewenfm comentó si había grupo en Facebook para ir hablando del proyecto. El caso es que yo no tengo cuenta allí, pero os pregunto si os interesaría crearla. De todos modos, ¿también se podría hacer un grupo de mensajes privados en Twitter? He leído que se pueden agregar hasta 50 personas en uno de esos. Se aceptan sugerencias. 

Añadir también que para hablar del proyecto en Twitter hemos empezado a usar el hashtag #proyectoescritoras, por si queréis aportar alguna cosa o queréis poneros al día sobre lo que vamos haciendo.

Aclarados todos estos puntos, paso a detallaros el plan de actuación que he ideado (y que, obviamente, está abierto a comentarios, críticas, etc):


1) Buscar un nombre para el blog.

Actualmente nos encontramos en este punto. Hay que tener en cuenta que aunque parezca que lo del nombre es una chorrada, no lo es. ¿Por qué? Porque el nombre es lo primero que la gente conocerá del proyecto, así que debe ser atrayente y definitorio al mismo tiempo. Además, hay que elegirlo pronto para que de este modo podamos pasar a los siguientes pasos (registrar el blog, crear cuentas en las redes sociales).

Hice una encuesta en Twitter para ver qué tipo de nombre atraía más a la gente y los resultados fueron los siguientes:

  1. Una plabra o frase que tenga que ver con una escritora famosa del género: 10 votos
  2. Algo típico y formal que incluya las palabras "mujer" o "femenino": 3 votos
  3. Una palabra inventada: 3 votos
  4. Lo mismo que en el punto dos, pero usando las siglas: 2 votos
  5. El típico título de blog de reseñas: 0 votos

He dado voces por Twitter para ver si alguien se animaba a hacer propuestas y lo que hemos conseguido por ahora es lo siguiente:

  • @Kiriahtan propone jugar con el hecho de que Fantasía, ciencia Ficción y Femenino tienen tres grandes F (por ejemplo: Fantasía y cienciaFicción con F de Femenino)
  • @Elewenfm propuso el nombre de "Castillo Ambulante"
  • Yo propuse el nombre de "Fantásticas y Ficciosas".
Sé que lo de elegir nombre es muy difícil y que a veces puede parecer que lo que se nos ocurre es del todo idiota, ¡pero es importante lanzar ideas! A lo mejor una idea que a ti no termina de convencerte ayuda a otra persona a dar con algo. Así que animaos, por favor. A ver si entre todos conseguimos un nombre con mucho gancho.


2) Registro y diseño del blog

Tan pronto como tengamos nombre iremos a por este punto.Yo había pensado crear el blog en blogger, porque es la plataforma que usamos la mayoría, es sencilla y gratuita. Sé que lo del domino en plan xxx.blogspot.com es un poco feo, pero quizás si la cosa funciona podríamos migrar a un dominio personalizado (aunque luego habría que mirar el tema de precios y eso). La verdad es que no estoy muy puesta en estos temas, pero si alguien sabe cómo funcionan puede comentarlo y lo hablamos.
Sobre el diseño, también estamos abiertos a sugerencias. Yo siempre he sido más de cosas sobrias y discretas (el blanco en un blog es sagrado para mí), ¿pero vosotros qué pensáis? Y también habría que pensar en crear un logo. ¿Hay algún diseñador que se preste?


3) Abrir cuenta en redes sociales

¿Twitter y Facebook? ¿Tumblr también? ¿Instagram? ¿Qué redes sociales serían mejores para promocionarnos? ¿Vosotros qué usáis? Yo es que sólo uso Twitter y por eso no sé qué redes serían mejores. También deberíamos buscar a personas que se encarguen de actualizarlas a menudo. Sobre todo cada vez que se publique un artículo nuevo. No tiene por qué ser una sola persona para cada cuenta, pueden ser varias. ¿Alguien levanta la patita?

4) Hablar del contenido del blog

¿Qué publicamos? ¿Con qué orden? ¿Con qué periodicidad? ¿Un artículo por semana? ¿Dos? ¿Tres? Porque está claro que no podemos ir subiendo cuando nos plazca o tengamos una idea, porque nos arriesgamos a que una semana tengamos 7 artículos y la siguiente ninguno. Antes incluso de llegar a este punto deberíamos empezar a dar voces para que la gente se animara a mandar artículos y así tener un poco de fondo. Y apuntarnos ideas. Porque aunque nosotros no sepamos cómo hablar de X tema, quizás si lo proponemos en grupo haya otra persona interesada.

También deberíamos hablar de si se quieren crear secciones, si hay gente que se presta a publicar algún día de la semana concreto, etc. Sé que visto así esto puede dar mucho miedo, en plan "joder, joder, yo no tengo tiempo para escribir, cómo lo voy a hacer". Pero si conseguimos que participe mucha gente y lo organizamos adecuadamente, no hará falta que todos nosotros escribamos cada día, sino de cuando en cuando. Además, soy de la opinión que podríamos reciclar artículos viejos que hayamos publicado en otras partes (siempre que eso sea posible) o compartir reseñas que vayamos a publicar en nuestro propio blog. @A_Laquesis también propuso republicar textos o trabajos poco difundidos de autoras sobre la concepción de su arte o incluir publicaciones inéditas. Si se os ocurre alguna sección que creas que es imprescindible, no os olvidéis de decirlo.


Y por ahora creo que eso es todo. ¿Me he olvidado e algo? Si es así decídmelo, por favor. Estoy muy contenta porque cada vez se une más gente y todos parecéis muy interesados. ¡Espero que podamos hacer algo grande!

Videojuegos: Final Fantasy XIII

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Imagen extraída de Wikipedia

Hoy vengo a hablaros de la entrega número 13 de la saga Final Fantasy.

Antes de ponerme con esta entrada estuve pensando en si hacía falta hacer una reseña de un juego que ya tiene seis años y del que ya se ha dicho prácticamente todo. Pero, después de meditarlo a fondo, llegué a la conclusión de que sí, hacía falta. Primero porque me gusta y me gusta hablar de las cosas que me gustan (toma repetición). Y segundo, porque creo que está infravalorado y me gustaría hacerle ver a la gente porque merece la pena darle una oportunidad.
FFXIII tiene muchos fallos a nivel de jugabilidad, en eso estoy de acuerdo, pero cuenta una gran historia y tiene unos personajes muy completos. Especialmente personajes femeninos. Y creo que esto es algo que merece ser recordado a poco de que salga FFXV y tengamos que lidiar con un grupo protagonista enteramente masculino porque «los hombres no pueden hacer cosas de hombre si hay una mujer de por medio».



La historia

Pongamonos en situación:
Paals es un mundo dominado por unos entes semidivinos llamados fal’Cie. Los fal’Cie son criaturas inmortales, de apariencia más o menos robótica y que poseen un gran poder físico y mágico. Esos seres tienen la capacidad de convertir a los humanos en lu’Cie o, lo que es lo mismo, en sus esclavos, otorgándoles grandes poderes físicos y mágicos para obligarlos a cumplir una misión. Si el humano cumple con éxito esa misión se convierte en cristal para vivir eternamente. Si falla, se convierte en Cie’th, un monstruo sin alma que vaga por el mundo sin conciencia propia por toda la eternidad.
En este mundo salvaje e inhóspito, plagado de criaturas feroces, la mayor parte de la población humana vive protegida de los peligros del inframundo en una fortaleza flotante llamada el Nido, un «minimundo» tecnológicamente avanzado que permanece sobre la superficie del planeta. La vida allí fácil y apacible gracias a los cuidados que los fal’Cie del Nido proporcionan a los humanos.
En el Nido todo aquello provinente de Paals es visto con temor, después de que la Guerra de la Oclusión, que tuvo lugar 500 años antes del inicio de la trama, enfrentara a los fal’Cie de Paals (creados por el dios Paals) y a los fal’Cie del Nido (creados por el dios Lindzei) y estuviera a punto de causar la caída de éste último y la aniquilación de toda la humanidad.

El Nido visto desde Paals (Imagen extraída de gamezone.com)

La historia empieza cuando, en un vestigio de aquella guerra ancestral escondido en el interior de la ciudad de Bodhum y olvidado por todos, aparece un fal’Cie de Paals que había estado dormido hasta entonces.  Al despertar y para llevar a cabo su tarea de destruir el Nido, el fal’Cie marca a una muchacha llamada Serah y la convierte en un lu’Cie.
El pánico cunde. El Sanctum, gobierno del Nido, decide deportar a todo aquel que haya entrado en contacto directo o indirecto con el fal’Cie de Paals y evitar así cualquier «contaminación». Por eso, toda la población de la ciudad de Bodhum es enviada a la Purga. Oficialmente la Purga consiste en la expulsión del Nido de esos ciudadanos, que serán enviados a Paals para que inicien allí una nueva vida. Pero en realidad se trata de una ejecución en masa encubierta.
A partir de ese suceso, el destino de seis personajes quedará ligado al de Serah, que habiendo cumplido su misión de reunir nuevos lu’Cie para llevar a cabo la destrucción del Nido, se convierte en Cristal.

Fal'Cie de Paals (Imagen extraída de la wikia de FFXIII)

Entre esos personajes encontramos a Lightning (Light), hermana de Serah, y también a Snow, el prometido de Serah y líder del grupo NORA. A ellos se les unirán Sazh, Vanille, Hope y Fang.
No voy a contar mucho más sobre la trama, a pesar de que lo expuesto arriba es sólo la puesta en escena, porque el juego está lleno de giros y sorpresa que es bueno disfrutar sin saber nada de ellos. Así que, si tenéis ocasión, animaos y dadle una oportunidad.


Los personajes

Como he dicho antes, una de las cosas más destacadas de esta entrega de Final Fantasy son sus personajes (eso ocurre en casi todas las entregas, pero a mí, particularmente, los de esta me llamaron mucho la atención).
El grupo protagonista se compone de tres chicos y tres chicas, cada uno con una personalidad bien definida pero que, debido a las vivencias, irá cambiando y evolucionando.

Grupo protagonista (Imagen extraída de wikipedia)

Tenemos a Lightning (Light) Farron (cuyo verdadero nombre conoceremos a lo largo de la historia), una joven soldado, práctica y poco dada a los sentimientos, que cuida de su hermana pequeña desde que sus padres murieron. A Light no le gusta el novio de Serah y por eso se enfada con ella. Pero cuando el fal’Cie de Paals toma como prisionera a Serah, Light renuncia a todo para ir a salvarla.
Snow Villiers es el prometido de Serah. Apodado «héroe» por sus compañeros de viaje, es una persona poco sensata que se mueve por impulsos y cree que con buena voluntad y un par de golpes se puede arreglar todo. Snow es el líder de NORA, una especie de asociación de muchachos de Bodhum que termina convirtiéndose en un grupo de resistencia contrario al Sanctum al inicio de la Purga.
Hope Steheim es el benjamín del grupo. Se encontraba de vacaciones en Bodhum con su madre cuando les sorprendió la Purga. A pesar de ser un chico asustadizo, después de la muerte de su madre se une a Vanille en busca de venganza. Pronto da cuenta de que la titánica misión que le ha sido encomendada es demasiado para él.
Vanilletambién se encontraba en Bodhum ese día, aunque no es hasta bastante más adelante en el juego que se conoce el motivo. Es una chica alocada y risueña que no le teme a nada. Aunque pronto descubrimos que todo eso no es más que una coraza que se ha fabricado para poder seguir adelante a pesar de todo el dolor que lleva dentro.
Sazh Katzroy es el último de los personajes que estaba en Bodhum el día en que apareció el fal’Cie. Es un hombre de mediana edad, bastante pesimista, y, por llamarlo de algún modo, la voz de la experiencia del grupo. Tampoco se sabe mucho de los motivos que le habían llevado hasta allí. Sazh se une a Light al principio del juego cuando ve que ella se rebela contra los soldados del Sanctum.
La última de las integrantes es Fang, que se les une después de que los otros cinco fueran convertidos en lu'Cie por el fal'Cie de Paals. Fang es una mujer fuerte que que comparte un pasado común con Vanille y que hará cualquier cosa para protegerla.
Los seis cargan con sus propios demonios, a los que tendrán que enfrentarse para seguir avanzando y poder desarrollar todo su potenciar como lu'Cie, para de ese modo poder enfrentarse a la dura tarea que les espera por delante.
La superación de esos momentos de duda se representa en el juego como el enfrentamiento del personaje con su eidolón, una criatura mágica que se le aparece cuando la desesperación se apodera de él. Cuando el personaje vence al eidolón en una batalla, este pasa a convertirse en su aliado y le ayuda a llevar a cabo su misión.

Los seis protagonistas junto a su eidolón (Imagen extraída de gamefaqs.com)


Dejando a un lado a los seis personajes principales, tenemos también a unos cuantos secundarios que merece la pena destacar porque, a pesar de que no tienen jugabilidad, sí tienen un peso importante en el desarrollo de la historia:
Serah, la chica que se convierte en lu’Cie al principio de la historia es la más destacada de todos ellos. Ella es el motivo por el que se inicie la Purga y también el motivo por el que Light y Snow se lanzan a una misión de rescate que acaba arrastrando el resto de protagonistas con ellos. A pesar de haberse convertido en cristal, Serah sigue presente durante toda la historia de forma indirecta y quizás por eso la segunda entrega de FFXIII la tiene a ella como protagonista.



Serah (Imagen extraída de la wikia de FFXIII)
También tenemos a Nora, la madre de Hope, cuya muerte al principio del juego después de unirse al grupo de resistencia NORA (sí, comparten nombre) crea un efecto dominó de acontecimientos que afecta no sólo a Hope sino a otros personajes. La escena de Nora cogiendo un arma para proteger a Hope, diciendo aquello de «moms are tough» es oro puro.
Cid Raines, comandante de la Caballería, que a pesar de seguir ordenes del Sanctum decide ayudar a los lu'Cie.
Y por último mencionar al hijo de Sazh, Dajh, que juega un papel importante en el devenir de los acontecimientos.

En cuanto a los enemigos tenemos a  al comandante de PSICOM Rosch, enemigo acérrimo de los lu’Cie, y al máximo representante del Sánctum, el primarca Dysley, que termina convirtiéndose en el villano principal de juego. Lo cierto es que en este apartado sí eché en falta más presencia femenina, porque aunque tenemos a la oficiala Nabaat, ésta desempeña un papel muy secundario, a parte de ser el personaje femenino más estereotipado de todos.

El apartado gráfico y la BSO

El apartado gráfico es, sin duda, lo mejor de Final Fantasy XIII. Por esa misma razón son muchos que lo acusan de ser sólo una bonita película (la jugabilidad deja mucho que desear, es cierto).
Las cinemáticas que se entremezclan con la historia dejan sin aliento, pero el juego en sí también está muy cuidado. A pesar de que ya tiene sus años no da la sensación de ser un juego viejo o con unos gráficos desfasados. Los personajes son realistas y se mueven con fluidez dentro de unos fondos plagados de detalles.

Escena de comabate (Imagen extraída deneogaf.com)


Escena de animación (Imagen extraída de la wikia de FFXIII)


El diseño del mundo y de los personajes es futurista, con muchos elementos tecnológicos (grandes ciudades, vehículos voladores, naves, armas automáticas, pantallas, sistemas de comunicación a distancia). Aun así también aparecen elementos de una cultura más antigua, especialmente aquellos relacionados con Paals.

Eden, capital del Nido (Imagen extraída de la wikia de FFXIII)

Ciudad de Nautilus (Imagen extraída de la wikia de FFXIII)
Vestigio de Paals (Imagen extraída de zero-no-zekai.blogspot.com)


El conglomerado de juegos Fábula Nova Crystallis, de la que forma parte esta entrega de la saga, tiene un complejo desarrollo mitológico sobre la creación de Paals y de los fal’Cie por parte de los Dioses, que aunque no se menciona en profundidad en esta entrega (aunque se pueden encontrar detalles en el menú), sí se va desarrollando en las posteriores. Podéis encontrar un resumen (plagado de spoilers) aquí.
Eso no quita que en el juego podemos encontrar muchos de los clásicos de la saga. Los chocobos hacen acto de presencia durante buena parte de la historia (Sazh lleva una cría de chocobo escondida en su pelo) e incluso los podremos montar y viajar con ellos. También podremos luchar contra Tomberi o Catilio y algunas de las invocaciones clásicas aparecen como eidolones, como es el caso de Shiva, el eidolón de Snow. También tenemos un personaje llamado Cid.
En cuanto a la BSO, es correcta aunque no extraordinaria. El tema principal fue sustituido en Europa por una canción de Leona Lewis llamada “My hands”, una canción que, aunque preciosa, no sé si termina de casar con lo que es el juego.




El funcionamiento

Ahora pasemos a la cruz de Final Fantasy XIII: su jugabilidad.
Con un desarrollo completamente lineal, sin más espacio abierto para explorar que el submundo de Paals (al que no llegas hasta la parte final y en el que, al ser un lugar en plena naturaleza, no hay más que campo y bestias (bueno, sí, alguna otra cosa hay, pero no ciudades ni gente con la que interactuar)), sin minijuegos, y con los pocos puzles resueltos en el mapa, el juego se convierte en un continuo avanzar a través de un camino recto, yendo de un combate hasta el siguiente.
Ni siquiera te dan la oportunidad de hablar con los pocos personajes que te cruzas en tu camino  (sí, puedes acercarte a ellos y escuchar lo que dicen, pero no puedes intervenir). Tampoco hay tiendas que visitar porque estas son en formato “on-line” vinculadas a los puntos de guardado. Y las únicas misiones secundarias están relacionadas con la caza de bestias. Por lo que, al final, el juego se reduce a prepararte para el combate y combatir.

El sistema de lucha, por suerte, es muy interesante y convierte este despropósito en algo más o menos llevadero.
A medio camino entre el combate en tiempo real y el combate por turnos, el sistema de batalla en tiempo continuo consiste en poder realizar una acción cada vez que se llena una barra de tiempo.
Durante los enfrentamientos sólo podemos controlar al líder del grupo (el personaje que llevamos) mientras que los otros dos acompañantes actúan de forma automática según el rol que les hayamos asignado (un poco como en Kingdom Hearts).


Detalle de batalla
Existen seis roles en la batalla: castigador (ataque físico), fulminador (ataque mágico), obstructor (magias de estado alterado para el enemigo), inspirador (magias de beneficiosas para el equipo), protector (defensa, centra el ataque enemigo en él) y sanador (sanación y cura de estados alterados). Cada personaje del grupo se especializa en varios de esos roles, algo que se consigue a través del Cristarium, un apartado en el que podemos cambiar los puntos de experiencia recibidos en las batallas por habilidades.


Cristarium de Sazh

Detalle del Cristarium en el rol de Castigador

Antes de la batalla deberemos configurar seis formaciones que son las que podremos usar durante el combate. En cada una de esas formaciones los tres combatientes llevarán a cabo un rol determinado (por ejemplo, la formación «avalancha» consiste en que dos de los combatientes actúen como castigadores y otro como fulminador). Durante el combate podremos cambiar de una formación a otra al instante y sin restricción de veces o de tiempo.

Equipo, formaciones y roles

Cuando se invoca al eidolón del personaje, los combatientes que acompañan al líder son sustituidos por él, y el líder y el eidolón pasan a combatir codo con codo durante un tiempo determinado. También se puede activar la opción de transformación, que convierte al eidolón en un vehículo de guerra que nos permite usar un seguido de ataques de gran poder. Si durante el tiempo en el que el eidolón está presente, el líder muere, el eidolón lo resucitará y se marchará.

El trabajo en equipo es importante en el sistema de batalla de FFXIII, así que conviene elegir las formaciones que nos permitan realizar más ataques en cadena y rellenar la barra de aturdimiento del enemigo de forma más eficiente, porque si lo llegamos a aturdir es mucho más fácil derrotarlo.
Cobra mucha importancia también (sobre todo al final del juego), el desarrollo de las armas y del equipo, que se puede realizar a través del taller que aparece en el menú de guardado. Una buena opción para conseguir materiales para esas modificaciones es la de salir a cazar o la de conseguir materiales extraños para revender en la tiendas y conseguir dinero. Vamos, como en la mayoría de juegos de ese tipo.

A pesar del tiempo de espera entre acciones (que en realidad no es tanto), el sistema de batalla es muy dinámico. Conviene prepararse bien antes de cada batalla y elegir siempre las formaciones adecuadas a cada enemigo. En los combates sencillos podemos limitarnos a dejar que la IA del juego se encargue de elegir los ataques a efectuar y, probablemente, ni siquiera tendremos que cambiar de formación. Pero en cuanto la cosa empieza a complicarse es mejor elegir a mano los ataques pensando en las debilidades del enemigo. En algunos de los combates deberemos cambiar constantemente de formación, pasando de ofensivas a defensivas sin parar.
Este sistema de batalla es genial y cuando le coges el punto resulta muy estimulante. No es tarea fácil elegir las formaciones y por esa misma razón tampoco lo es elegir los integrantes del grupo (recordemos que cada uno está especializado en dos o tres roles, que hay que combinar con los de los demás). 
Pero el principal defecto que tiene este sistema es que está limitado hasta bien entrado el juego. Es decir, a modo de «aprendizaje», te encuentras que la mayoría de opciones de configuración están bloqueadas y sólo se van desbloqueando a medida que avanzas en la trama. Al principio no puedes elegir al equipo, ni al líder, ni a las formaciones y tienes que apañártelas con lo que viene dado por el juego.
Otro defecto es que, aunque muchos combates no son obligatorios y se pueden evitar no entrando en contacto con el enemigo, a veces es prácticamente imposible dada la distribución pasillera de las pantallas. Por eso a veces te encuentras tragándote un montón de combates relativamente fáciles, que no aportan demasiado y que encima no te estimulan.

Opinión personal

Estoy de acuerdo en que Final Fantasy XIII es un juego pasillero a más no poder. Y que en algunos puntos puede hacerse incluso soporífero. Sé que, como juego, no tiene nada más allá de su sistema de combate, que, aunque original, no compensa todas las demás carencias de jugabilidad. Pero, aun así, es un juego que adoro.
¿Por qué? Porque tiene unos personajes que son una mina y porque las relaciones entre ellos hacen que te enamores de ellos a más no poder. Relaciones no sólo de amor o de odio, sino de amistad, de fraternidad, de familia, de compañerismo, de rencor, de deber… Relaciones de todo tipo, con sus claroscuros y con su evolución.
Final Fantasy XIII nos habla del miedo a lo desconocido, de lo crueles que pueden ser los humanos con el que es diferente, de la manipulación que los poderosos pueden ejercer sobre las masas para convertirlas en un instrumento. Nos habla de la familia y del perdón, de las segundas oportunidades y de la esperanza.
Además, qué narices, es un juego muy feminista para lo que te encuentras en este mundillo. Que no es perfecto, lo sé. Serah es el típico personaje femenino que necesita ser rescatado (algo que da un poco de pena porque Sera es un buen personaje, aunque eso lo intentaron arreglar en la segunda entrega, que también está muy bien en ese sentido, porque nos relata la aventura de Serah en busca de su hermana, aventura que realiza junto a otro chico, Noel, que NO es su interés romántico) . La muerte de Nora también es el típico recurso de madre muerta para promover la venganza. Y, en cuanto a vestuario, las chicas llevan la mitad de ropa que los chicos (aunque lo que hicieron con los modelitos de las siguientes entregas sí tiene delito... Confieso que no he jugado al FFXIII-3 por ese motivo). 
Pero también tiene muchas cosas buenas.
Las chicas del grupo protagonista son de mis favoritas de toda la saga. Las tres son fuertes y decididas, y saben lo que quieren. Luchan para proteger a los suyos y no necesitan que nadie les diga lo que tienen que hacer. Y ninguna de ellas está ahí por ser el interés romántico o la princesa que necesita ser rescatada. Son mujeres con inquietudes, que saben cuidar de ellas mismas, que se equivocan y rectifican y cuya vida no gira alrededor de un hombre.
No voy a entrar en la consideración de si la relación de Vanille y Fang es romántica o no. Estaría bien que ellas fueran la primera pareja lesbiana de la saga, sí. Pero el juego no llega a pronunciarse sobre eso. Y, de todos modos, también está muy bien que dos mujeres puedan tener ese grado de amistad y esta se vea reflejado en un videojuego con tanta naturalidad. Lo mismo que ocurre con la relación de hermanas de Light y Serah (hola, Frozen).
Siguiendo esa línea, también es remarcable que el personaje débil del grupo, el sanador principal (rol que siempre se suele asignar a las mujeres), el que todos deben proteger y mimar, sea un chico. La evolución de Hope a lo largo del juego es, sin duda, mi preferida.

En conclusión: un juego que podría ser mejor, pero que hay que tener en cuenta por su historia y personajes y que, si eres amante de las buenas historias, no deberías pasar por alto.

Cuando escribo de noche

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Imagen extraída de Flickr (c) Erich Stüssi

Lo bueno de escribir de noche, cansada después de un duro día de trabajo, con ganas pero sin fuerzas, es que me vuelvo muy crítica.

Puedo dedicarle una hora a un solo párrafo. Lo escribo. Lo leo. Le cambio una palabra. Lo vuelvo a leer. Le cambio otra palabra. Lo releo otra vez.  Y otra. Y otra. Y otra más. Puedo cambiar una palabra cinco veces. Puedo subir una frase al principio, volverla a poner al final, y después volverla a poner al principio. Puedo borrarla y luego recuperarla para tacharla y guardarla por si la puedo reaprovechar más tarde. Releo el texto con cada cambio; una, dos, tres veces. Nada me parece bien en estas circunstancias. Me desespero. Me odio. Lloro de frustración al no encontrar la palabra exacta, la estructura correcta. Con cada cambio parece que todo empeora y pierde más y más el sentido. Eso hace que me hunda en la miseria, pensando que no estoy hecha para esto, que no sé expresarme, que por qué me torturo así, cuando podría estar disfrutando de un libro o jugando al juego que me hace ojitos desde la estantería desde hace meses pero que no empiezo porque me conozco. Debería mandarlo todo a la mierda como ya hice. Sé que sería más feliz así. 

Por eso al final me rindo, cierro el ordenador y decido que dejaré de esforzarme tanto. El próximo día que me dé un venazo de escritora frustrada tiraré el portátil por la ventana y empezaré el juego.

Pero entonces ocurre algo maravilloso: a la mañana siguiente, mientras desayuno o ya en el trabajo, a primera hora, cuando todavía no hay movimiento y me puedo permitir ese lujo, releo el párrafo y pienso “¿esto lo he escrito yo?”. Porque resulta que lo que tengo delante no es la mierda que recordaba y porque expresa exactamente lo que quería expresar. Y aunque al texto le suelen faltar algunos retoques, ahora lo veo con tanta claridad y precisión que sé exactamente qué es lo que debo cambiar para que quede perfecto. Y cuando lo hago, cuando arreglo lo que queda por arreglar, cuando todo parece estar en su sitio quedo tan satisfecha que todo ese odio y esa necesidad de rendirme que me azotó la noche anterior desaparece de un plumazo.


Y así vuelvo a empezar el círculo.

Últimas lecturas 1

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Tomando prestada la idea de las "Últimas lecturas" de Laura en su blog En algún lugar, a partir de ahora intentaré actualizar de vez en cuando con las mini-reseñas de lo que haya leído últimamente. Si algún libro lo merece, haré una reseña individual y adjuntaré el enlace, sino, os haré un poco de resumen aquí, intentando no extenderme mucho y centrándome en lo que me ha parecido lo lectura.




En el camino, Jack Kerouac

Imagen extraída de http://www.anagrama-ed.es/

Novela que nos cuenta las aventuras de Sal Paradise (alterego del mismo autor) a lo largo de varios años y sus viajes por Estados Unidos en busca de experiencias que llenen su vida. Junto a él desfilarán personajes de lo más variopintos y estrafalarios que os podáis imaginar, como su incansable y alocado amigo Dean Moriarty, la mujer de éste, Marylou, y un largo etcétera.

Este libro lo empecé el año pasado. Es uno de esos clásicos que siempre me había llamado la atención y tenía muchas ganas de leerlo. Además, hace poco hicieron una adaptación en el cine, y antes de verla me apetecía ponerme con el libro. Pero lo dejé a medias. A principios de este año, presa de un ataque de culpabilidad por haber cometido semejante sacrilegio, lo retomé, releyendo algo de lo ya leído y continuando un poco más allá. Pero al final no pude terminarlo.

Se trata de una historia interesante para conocer el estilo de vida “outsider” de finales de los 40 en Estados Unidos. En la novela se nos muestra toda esa gente que no se conformaba con lo establecido y quería sacarle todo el jugo a la vida, ya fuera a nivel intelectual, como experimentando cosas nuevas y viviendo al límite en busca de aventuras.

Lo que ocurre es que a mí su lectura no me ha convencido, principalmente por dos razones:
  • La primera de ellas es la forma en la que está escrita. Me ha parecido un continuo de acciones sin descanso que me han dejado exhausta. Supongo que ese modo de escritura refleja la forma de vida de esa gente, acelerado, con el deseo de comerse el mundo. Pero yo no he conseguido empatizar con él. Me hubiesen gustado algunas pausas de por medio, reflexiones más profundas que esos estados de lucidez repentina que les cogen a los personajes de repente, como si se hubiesen fumado un kilo entero de marihuana. Buscando información de la novela, he visto en Wikipedia que ese estilo, al que se llama prosa espontánea, es el que  la hace especial.
  • El machismo implícito en el texto. Sé que se trata de un reflejo de la época, y que debo aceptarlo en el contexto como lo que es. Pero no puedo con un puñado de tíos que creen que la inteligencia de la mujer está por debajo de la suya y que el rol de ellas se limita a ser sus futuras mujeres y a cuidar de sus casas.


Seda de Alessandro Baricco Ilustrado por Rebecca Dautremer




American Gods de Neil Gaiman

Imagen extraída de www.rocaeditorial.com


Me hubiese encantado dedicarle una reseña a este libro porque lo cierto es que me ha gustado muchísimo y me ha marcado muy hondo. Su protagonista me ha enamorado y todos los personajes que aparecen en el libro me han parecido el colmo de la genialidad. Pero meditándolo a fondo he llegado a la conclusión de que se trata de una historia a la que es mejor acercarse sin saber nada de ellapara que cada nuevo giro en la trama consiga pillarte totalmente desprevenido y te deje con la boca bien abierta.

Como os podéis imaginar a partir del título, tiene algo que ver con dioses, pero es una aproximación tan original a esas figuras que si os animáis a darle una oportunidad al libro seguro que os impresiona positivamente.

La escritura de Gaiman y el modo que tiene de mezclar la realidad con la fantasía me hizo pensar un poquito en Murakami (salvando las distancias), por su modo pausado a la hora de narrar, centrándose en detallesque a lo mejor parecen de poca importancia, pero que hacen la narración mucho más envolvente y cercana, y metiendo las dosis de "sobrenaturalidad" de forma muy sutil, sin grandes sortilegios o teorías complejas. Y, cómo no, su punto fuerte son los personajes y todas las dimensiones que les otorga.

Este es el segundo libro que leo de este autor. El primero fue “El libro del cementerio” y os tengo que decir que no tienen nada que ver. No es que la literatura juvenil de este hombre sea peor, ni mucho menos (El libro del cementerio me gustó mucho). Pero es que cuando se pone a escribir para adultos la cosa sube unos cuantos puntos en cuanto a interés y calidad.

Si os gusta la fantasía y buscáis algo diferente, no dudéis en leerlo.


Wabi-Sabi de Francesc Miralles

Imagen extraída de www.arallibres.cat


(Este libro sólo está en catalán)

Investigando un poco he descubierto que este libro es la continuación de otro que sacó el autor anteriormente, llamado "Amor en minúscula", pero que se puede leer perfectamente como una obra independiente.

Samuel es un profesor de mediana edad con una vida gris, al que su pareja acaba de abandonar después de una relación de ocho años. Es entonces cuando recibe una misteriosa postal proveniente de Kioto, Japón, en que sólo pueden leerse las palabras Wabi-Sabi. Después de pensárselo bien, y animado por un amigo suyo, el hombre emprende un viaje al país del sol naciente para descubrir al autor de la postal y alejar los fantasmas que le persiguen.

Este autor no me gusta. No me ha gustado nunca (por cuestiones de temática y estilo), pero mi desencanto hacia él se convirtió en algo personal cuando escribió un artículo sobre la sensibilidad, sin ser psicólogo y sin entender nada de lo que supone ser altamente sensible, y entonces le puse en mi lista negra.

Así que seguro que os preguntáis por qué me leí un libro suyo.

Pues por el simple hecho de que hablaba de Japón (y yo soy una gran fan de ese país) y que al abrir al libro al azar me encontré un capítulo que relataba el periplo del protagonista en el aeropuerto de Doha y me sentí muy reflejada.

De todos modos, os confesaré que no lo terminé (me leí el final por encima para conocer el desenlace), porque llegó un punto en el que se resuelve el misterio principal (que me sorprendió ligeramente, porque yo esperaba que hubiese sido otra persona la que hubiese mandado la carta) y aparece la típica chica (ya estaba tardando) que va a salvar al protagonista de su mísera existencia, en una relación con más coaching emocional que otra cosa. Y ya fue la gota que colmó el vaso.

Yo esperaba una novela de viajes a Japón y me encontré una novela de autoayuda con toques de pseudobudismo y zen. Buscaba que me transportaran al Japón que tanto añoro y en vez de eso me intentaron dar lecciones de vida. En fin, el libro ideal para gente que busque ese tipo de lectura reflexiva, intimista y con un aire de filosofía oriental positivista. No es mi caso.


Noragami de Adachi Toka

Imagen extraída de www.blogiswar.net


Yato es un dios menor al que nadie adora y que malvive haciendo trabajillos de poca monta a cambio de una ofrenda de 5 yenes. Su Shinki (un espíritu que le ayuda en sus tareas divinas y que se convierte en el arma que él usa para luchar contra los demonios) acaba de renunciar porque no soporta más su mísero estilo de vida (no tienen ni para comer) y su día a día no puede ir peor.

Es entonces cuando Yato conoce a Hiyori, una muchacha de instituto que intenta salvarle cuando cree que él va a ser atropellado por un camión. Pero Yato es un dios y no puede morir tan fácilmente y al final la que recibe es ella, quien, en vez de morir, se convierte en una “medio-espíritu”, es decir, no está muerta, pero tiene la capacidad de separar cuerpo y espíritu, algo que le ocurre sin ton ni son y le provoca muchos problemas en su día a día.

Así empiezan las aventuras de este duo, al que pronto se les unirá Yukine, el nuevo Shinki de Yato, y muchos más dioses y seres celestiales.

Imagen extraída de www.mangareader.net


Este manga me lo estoy leyendo on-line y en inglés, porque cierta personita me lió a ver el anime (;p) y  como la emisión está en curso y sólo llevamos 6 capítulos, estaba que me mordía las uñas para saber cómo continuaría la cosa.

Se trata de un shonen muy interesante y que me ha cautivado mucho más de lo que esperaba. Tiene algunos tópicos de esos súper vistos y tal y cual (es un shonen, qué le vamos a hacer :_D), pero también tiene cosas originales (o al menos que yo no había visto/leído en un anime/manga), como todo el tema de que los dioses parezcan personas normales y corrientes (ah, esto me hace pensar en cierto libro del que os he hablado antes… ;D) y no tengan nada que ver con la apariencia que se espera de ellos. Además, a medida que avanza la historia se van añadiendo más y más personajes a la trama, cada cual más interesante que el anterior.


El manga tiene un dibujo muy bueno, especialmente en el diseño de personajes, y la historia va avanzando a modo de pequeñas  historias que se van cerrando, pero que introducen nuevos detalles para abrir de nuevas. Tenemos que Yato y Yukine van acabando con varios demonios que aparecen en la ciudad, pero también vamos asistiendo a la aparición de dioses que tienen relación con el pasado de Yato, un pasado en el que nos dan a entender que hubo algo turbio y oscuro. Ese es uno de los hilos argumentales que impulsan a seguir leyendo, para conocer qué ocurrió. Ese, y el triangulo amoroso Yato-Yukine-Hiyori.

Libro: La casa de hojas, Mark Z. Danielewski

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Resulta que llevo unos días desaparecida y el culpable de ello (entre otras cosas, claro) es el libro del que vengo a hablaros hoy.

TÍTULO: La casa de hojas
AUTOR: Mark Z. Danielewski
EDITORIAL: Pálido Fuego / Alpha Decay
P.V.P.: 29.90€


La casa de hojas es una historia de terror. Pero también es una novela muy original dejando a un lado su temática. No he leído muchas novelas de ese género, así que no os puedo decir si en cuanto a miedo es como las demás, si da más o menos, etc. El caso es que a mí me ha resultado terrorífica. He tenido pesadillas por su culpa, he tenido miedo de subir a casa sola, de encontrarme un pasillo a la oscuridad en cualquier parte, le he recuperado la fobia que le tenía de pequeña a la oscuridad , etc. Así que, bueno, a lo mejor yo soy un poco miedosa y tal, pero respecto a algunas reseñas que he leído en las que decían que no daba nada de miedo... en fin, supongo que se tratará de gente curtida en el tema X'D


Para que os hagáis una idea de la trama, se podría decir que la historia se divide en tres "capas" (sí, es un poco como una cebolla). No son exactamente tres tramas que al final se encuentran, sino que dos de las tramas giran alrededor de una tercera, que podría decirse que es la principal.

La primera capa sería una historia, la historia de Will (Navy) Navidson y su familia (Karen, su mujer, Chad y Daisy, sus hijos, Tom, su hermano y Reston, su amigo), quienes van a vivir a una casa nueva que resulta que esconde un terrible secreto, en la que las medidas interiores son ligeramente más grandes que las exteriores y en la que ocurren sucesos misteriosos y espeluznantes. Navy es fotógrafo profesional y por eso inicia un reportaje sobre la casa, que convierte en una película/documental llamada El expediente Navidson, que se convierte en un éxito del cine alternativo y hace que muchísima gente escriba sobre lo que sucedió en Ash Tree Lane.

A parte del hecho terrible de la casa en sí y sus misterioso, tenemos unas cuantas subtramas que nos hablan de las relaciones que hay entre los personajes (los problemas en el matrimonio de Karen y Navy, la relación de éste con su hermano, etc.) y la evolución de estos después del descubrimiento de que su casa no es normal.

La segunda capa de la historia es el libro en sí, osea, lo que leemos, lo que tenemos entre manos, que en realidad se supone que es un manuscrito sobre un ensayo que un tal Zampanò, un hombre mayor que ya está muerto cuando empieza la historia, escribió sobre El expediente Nadison, poniendo por escrito lo que se ve en la película, pero también sus reflexiones personales al respecto y cantidad de material adicional sobre lo que ocurrió y lo que se ha escrito sobre el tema, entrevistas, citas, etc.

La tercera capa sería la de Johnny Truant, un chaval de unos 25 años que lleva una vida poco recomendable de fiestas y excesos, y que se encuentra con el manuscrito de Zampanò después de la muerte de éste y se dedica a leerlo y a investigar sobre el tema, terminando completamente obsesionado con él. A lo largo del manuscrito de Zampanò se nos van intercalando notas y pensamientos que le vienen a la cabeza a Truant mientras lee, así como cantidad de situaciones absurdas (muchas de tipo sexual) en las que se ve envuelto durante el periodo en el que se encuentra leyendo. Y con ello vamos asistiendo a su degradación como persona y vemos cómo toda la historia de la casa va consumiéndole poco a poco.

Dejando a un lado lo sorprendente de toda esta estructura narrativa, en la que no sabes exactamente qué es lo que estás leyendo, otro punto originalísimo que tiene la novela es su maquetación. Si abrimos el libro y le echamos un vistazo rápido podremos encontrar en él páginas llenas de texto que parece carecer de sentido, con columnas del derecho, del revés, de lado, cantidad de notas a pié de página (que a veces ocupan varias páginas, pero que están estructuradas de manera que casi nunca tenemos que andar de adelante hacia atrás para seguir la historia), páginas en blanco exceptuando una palabra o una frase, tipografías distintas de letras, fotos, collages, entrevistas, etc.






Al principio, y si no has leído la novela, todos estos detalles pueden parecer de un tremendo esnobismo (a mí me pasó). Pero cuando te pones a leer entiendes el por qué de todas esas cosas. Y es que esa estructura caótica lo único que hace es meterte más y más en la historia.

Por ejemplo, cuando nos encontramos en puntos de una tensión insufrible, se nos suele interrumpir la narración principal sobre la familia Navidson para que Truant nos hable de sus peripecias vitales y nos aporte alguna de sus reflexiones.

O como cuando nos adentramos en la casa y para que nos hagamos una idea de su estructura oscura, cambiante y agobiante, el texto empieza a cambiar también y para hacernos sentir lo mismo que sienten los que camina por ese lugar.

Como todo en esta vida, la novela también tiene sus cosas malas. A continuación detallo los únicos puntos que no me han gustado demasiado (contiene spoiles muy gordos de la trama y el desenlace, subrayar para leer):

1) La muerte de Paul. Pero no por la muerte en sí (que me dolió mucho pero que valoro por eso mismo), sino por la forma. No me gustó nada que la casa de repente se pusiera a "atacar" a los habitantes. Me pareció un recurso pobre en comparación con el resto de la narración. De hecho, toda esa escena de la casa jugando a la agresividad física me desgradó, hubiera preferido algo más del estilo de miedo que daba la aparición incomprensible de puertas, pasillos, etc. 

2) Todo lo que ocurre después de la Evacuación en la Exploración nº4 carece de aliciente. Es cierto que éste se retoma momentáneamente cuando sabemos que Navy tiene intención de volver a entrar en la casa, pero ya no se trata de la angustia que vivimos en las primeras expediciones. Además, el final es... en fin, como "lo haremos acabar bien, pero mutilaremos un poco a Navy para que no parezca que se ha ido de rositas". Sé que se supone que la casa sigue ahí y todo eso, pero... fue un poco decepcionante.

3) Que el perro y el gato de la familia desaparezcan después de la Exploración nº4. Al principio de la novela se nos dice que la perra sobrevivió y aparece en un vídeo, pero a partir de ese suceso no se la menciona en ninguna parte y es como ¿? Me pregunto si tendrá algo que ver con el perro que Truant se encuentra al final de todo...

Y eso es todo. Si os gustan las emociones fuertes y estáis dispuesto a hacer un poquito de esfuerzo con la lectura (porque no es plácida), os animo con el libro. La única advertencia que os hago al respecto es que, si sois de estómago sensible, cuando lleguéis al capítulo en el que se habla de un pequinés, os saltéis esa parte. En serio, no la leáis. Y no es para daros más ganas de hacerlo u__u



Película: El viento se levanta

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Imagen extraída de www.neocine.es


"El viento se levanta" es la carta de despedida del brillante director y fundador del estudio de animación Ghibli, Hayao Miyazaki, director de películas como "El castillo ambulante", "Ponyo en el acantilado", "El viaje de Chihiro", "Nausicaa del Valle del Viento", "Mi vecino Totoro", "La princesa Mononoke" y muchas otras más.




Se trata de un biopic que adapta la vida de Jiro (¿Hiro?) Horikoshi, el creador de los aviones Zero que atacaron Pearl Harbor durante la Segunda Guerra Mundial. De todos modos, no se trata de una biografía realista, sino que Miyazaki la adapta a su antojo, mezclandola con la de otro personaje y añadiéndole bastante ficción por el camino.

La película nos va relatando la vida de Horikoshi, desde que es un niño que sueña con crear aviones y al que su problema de miopía no va a detener, pasando por sus estudios de juventud, la vivencia que supone el terrible terremoto que destruyó Tokio en el 1923, hasta que empieza a trabajar por la empresa Mitsubishi y va ascendiendo poco a poco en ella hasta quedar al cargo del diseño del Zero. 

(Imagen extraída de www.objetivocine.es)

Para contarnos todas esa vivencias y no hacerlas demasiado aburridas, Miyazaki se ayuda de dos personajes secundarios importantes. Por una parte, Caproni, un ingeniero aeronáutico italiano que se aparece en los sueños de Hirokoshi y le anima a seguir adelante, hablándole de su propia experiencia. Por otra, Naoko, que es el amor de su vida, y con la que mantendrá una relación a través de muchos años. A parte de esos dos importantes personajes, también aparecen en el film otros secundarios que, aunque menos importantes, nos hacen entender un poco mejor la historia y adentrarnos en ella, como por ejemplo el jefe de Hirokoshi, Kurokawa, su mejor amigo, Honjo, o el alemán que conocen en el hotel en el que pasan sus vacaciones. A destacar los diseños de Kurokawa y el alemán, que llevan el sello de Miyazaki y resultan tan carismáticos que será difícil olvidarse de ellos. Ambos me parecieron entrañables.

Kurokawa (imagen extraída de www.cinedor.es)

El alemán (imagen extraída de www.elcamaleoncomparte.com)

En realidad, la película podía tomarse como un retrato costumbrista del Japón de principios del siglo XX, hasta la Segunda Guerra Mundial. La bellísima animación del Estudio Ghibli nos deja retratos hermosos (y algunos no tan hermosos) de como era la vida en el país Nipón, como eran las casas, las costumbres sociales (tanto de la clase alta como de las más bajas), como vestía la gente, como trabajaban, cuál era su relación/visión del resto del mundo,etc. A destacar el gran uso del tabaco que hacen los protagonistas, un detalle sobre el que había leído pero que igualmente me llamó mucho la atención (y sobre el que había habido muchas quejas en Estados Unidos, por eso de que el mundo sigue pensando que si una película es de dibujos es que es para niños... Nada más lejos de la realidad).

Comparado con sus otras obras (las que llevaban su sello personal), se trata de una película completamente distinta a lo que nos tiene habituados Miyazaki. Aquí no tenemos mundos mágicos, ni heroínas fuertes, ni historias llenas de esperanza. "El viento se levanta" es una historia realista, oscura en muchos sentidos, y muy adulta, que aunque no llega a la crudeza de "La tumba de las luciérnagas" (también del Estudio Ghibli, pero dirigida por Isao Takahata), nos hace reflexionar sobre el proceso creativo y en si cuando se quiere crear algo todo es lícito o antes uno debería pararse a pensar en las consecuencias que sus creaciones podrían comportar. Porque, aunque Jiro insista en todo momento en que lo único que él quiere es crear aviones, es perfectamente consciente para qué van a servir esos aviones. Y a pesar de ello sigue adelante.

Otra subtrama que me resultó incómodamente triste es la relación que mantienen Naoko y Jiro. Aunque al principio Naoko se muestra como una muchacha decidida y que sabe lo que quiere, su personaje termina evolucionando hacia la típica y perfecta esposa japonesa, complaciente y siempre a la espera de un hombre que se pasa más tiempo fuera de casa que con su familia y a quien lo único que parece importar es su trabajo. Como he dicho antes, la película termina siendo un retrato de época, pero sigue siendo triste que la protagonista de la última película de un hombre que siempre dibujó a mujeres llenas de determinación y las puso al frente de la trama, sea una mujer tan desdibujada como Naoko, a la que sólo importa hacer feliz al hombre que ama. 

(imagen extraída de www.cinedor.es)

Lo que me gustó especialmente de la película fue el hecho de que cuente una parte de la historia a la que yo, particularmente, no estoy acostumbrada, porque todas las películas que he visto sobre la participación de Japón en la Segunda Guerra Mundial han sido desde el punto de los Aliados (o bien películas que hablaban de las consecuencias de la guerra en Japón). También interesantes algunas reflexiones que se intercalaban en medio de la trama, reflexiones sobre el proceso creativo (que parece que haga el mismo Miyazaki tomando la voz de un personaje), como cuando Caproni le dice a Jiro que un ingeniero sólo tiene una década puramente creativa en su vida y que hay que aprovecharla.

Si decidís darle una oportunidad, no esperéis encontrar grandes aventuras, sino una historia muy japonesa (con su lentitud asociada), hermosa en su desarrollo y en sus dibujos (tiene una animación tradicional preciosa) y que intenta mostrar el mundo tal como es, con sus luces y sus sombras.

El vertedero

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Este es el relato que presenté a la primera convocatoria de Alucinadas. Habla de una androide que quiere ser madre y de su hija.


 (c) Julio César Cerletti - Flickr


El último dueño que había tenido había sido tan hijo de puta como para bautizarla con el nombre de Cosa. Por eso, cuando al fin pudo escapar de las garras de aquel degenerado, consiguiendo así su libertad, lo primero que hizo fue elegirse uno nuevo. Uno bonito, uno de verdad; uno que no tuviera nada que ver con sus vidas anteriores.
 Y a partir de ese momento se hizo llamar Lula.
Lula era un androide, un modelo BRUWAR de segunda generación. Su número de serie era C-AAYW-280074 y había sido fabricada en Ciudad Frontera, hacía un montón de años. Durante su larga vida había vivido en Kisp, en Gelko y en una granja perdida de las montañas de Ur.
Sin embargo, el único lugar al que ella había considerado su hogar eran los suburbios de Capital, a los que había llegado después de conseguir su nombre.
Lula había sido concebida como un androide femenino o ginoide. Su cuerpo mecánico, recubierto por un polímero sintético llamado biopiel que le daba un aspecto prácticamente humano, aparentaba ser el de una mujer joven y atlética, de piel oscura, que sin ser en verdad hermosa tenía unas facciones proporcionadas y simétricas. Puesto que sus cometidos no incluían los servicios sexuales, en su pecho asomaban unos senos poco remarcables y entre sus piernas no había más que la reproducción superficial de una vulva.
Eso no preocupaba a la androide. Ni las relaciones sexuales ni el amor de pareja formaban parte de su repertorio de sentimientos; tampoco había experimentado la necesidad de estar con nadie en ese sentido. De hecho, Lula ni siquiera se sentía mujer y sólo había un motivo por el que añoraba que sus órganos sexuales fueran más que simples imitaciones de goma: Lula quería tener un hijo.
No tenía muy claro si el instinto maternal era una de las características que le habían instalado durante su programación, o era un sentimiento que había desarrollado con el tiempo gracias a su sistema de aprendizaje. Lo que sí sabía con certeza era que aquel deseo la acompañaría hasta el día en que su batería dejara de funcionar.
La vida de Lula había estado llena de altibajos.
En un inicio, recién salida de fábrica, una familia de Kisp la había comprado para que se hiciera cargo de sus hijos. Había sido un periodo muy feliz: los niños la adoraban y los padres le daban toda la libertad que un androide podía recibir. Pero los pequeños crecieron y aquello le restó utilidad. Antes de que pudiera darse cuenta, la habían relegado al trastero y habían puesto un anuncio en una página de segunda mano.
La compró una señora de Gelko, una anciana de noventa años que se sentía sola y que vivía sin más compañía que la de un perro gruñón. Y a Lula la embutieron en una caja de mercancías para que un avión la llevara hasta su destino; los jóvenes que antaño habían sido sus niños ni siquiera le dieron un beso de despedida.
La anciana resultó ser una persona muy reservada, pero también respetuosa. Nunca le decía lo que debía hacer y cuando le pedía algo siempre era con un «por favor» al final de la frase. La trataba casi como a una persona. Por eso, Lula lo sintió en el corazón cuando una mañana la encontró muerta en su cama junto al perro gruñón, que parecía haber querido acompañar a su dueña en aquel último viaje.
Los herederos de la mujer, unos sobrinos-nietos muy ocupados, no estaban interesados en un robot como ella, así que llamaron a un chatarrero para que se la llevara. Y el chatarrero hizo el negocio del siglo, contándoles que se trataba de un modelo obsoleto por el que no sacaría más que los créditos que valían sus circuitos, mientras que luego se fue con el cuento a un granjero de Ur y le aseguró que Lula era un androide último modelo que una anciana sin familia había comprado sólo unos pocos años antes de morir.
Y a Lula volvieron a meterla en una caja y a subirla a un avión.
Por desgracia para ella, su aventura en Ur no fue tan afortunada como había sido en sus dos vidas anteriores.
El granjero era un hombre sin escrúpulos que la trataba como si fuera un simple electrodoméstico. La hacía trabajar de sol a sol y no la dejaba entrar en la casa. Aunque Lula necesitaba tomarse un descanso de vez en cuando para chequear sus funciones internas y reparar los errores y los pequeños daños que el día a día ocasionaba en su sistema, no necesitaba una habitación propia; ni siquiera necesitaba una cama o una silla en la que sentarse. Por eso, al caer la noche, el granjero la encadenaba en el porche, dejándola abandonada a la intemperie hasta la mañana siguiente.
Lula tuvo la ocurrencia de quejarse una sola vez por el trato recibido. Lo que obtuvo a cambio fue una paliza, que, aunque no le dolió en el modo en el que podría haberlo hecho si hubiese sido humana (los robots tenían algo parecido a un sistema de dolor para evitar roturas, pero era algo mucho más neutro que el daño humano y podía ser desactivado), sí lo hizo en su fuero interno. Y por eso decidió que, a pesar de todo, tenía que tomar las riendas de su vida.
A pesar de todas las vueltas que Norlan había dado alrededor de su sol desde que en la Unión de Planetas Democráticos se instaurara el uso generalizado de androides, los derechos de los robots seguían siendo los mismos que cien años atrás.
Según la ley, los seres cibernéticos eran considerados poco más que objetos: pertenecían de por vida a sus compradores, a los que debían obedecer en todo; no podían tener posesiones (por lo que no cobraban un sueldo por sus servicios), ni tomar decisiones relevantes por cuenta propia; no podían asociarse y ni siquiera podían protestar. Sus derechos eran incluso inferiores a los de los animales, porque no había ninguna ley específica que prohibiera el maltrato a los robots.
Habían empezado a darse casos de androides que compraban su libertad y de sentencias judiciales que habían permitido que algunos de ellos abandonaran a propietarios abusivos, pero la realidad estaba muy lejos de ser utópica.  El vacío legal era aún importante y aquellos que conseguían la ansiada libertad no siempre gozaban del apoyo del gobierno ni de la sociedad en general.
Al fin y al cabo, por muchos sentimientos que un androide pudiese desarrollar, seguía siendo poco más que un montón de circuitos en un armazón de fibra de carbono recubierto de biopiel. Una simple máquina sin alma. ¿Por qué debía un objeto tener derechos?
Pero Lula sabía que no era un objeto, como sabía que estaba mal que aquel hombre la pegara. Por eso, un buen día, mientras el granjero fumigaba y Lula limpiaba los colectores de estiércol, la androide cogió y se largó sin más.
Caminó y caminó, hasta llegar a Tejas, y allí se metió como polizón en una nave de mercancías que la llevó hasta la luna de Fris. Sabía que no tenía los papeles en regla y que si alguien la detenía y la llevaba ante las autoridades pertinentes la harían regresar con el granjero. Pero no importaba porque el deseo de libertad era más grande que el miedo a cualquier represalia. Así que no se detuvo hasta que llegó a Capital, donde la excitación ante la perspectiva de una nueva y emocionante vida de seguro habría hecho que su vello se pusiera de punta de haberlo tenido.

***

Era verano, aunque este dato es irrelevante porque el clima en Fris era exactamente el mismo durante todo el año. Lula merodeaba por el vertedero cercano a Capital en busca de componentes electrónicos o máquinas que todavía pudieran seguir usándose. La chatarra y las reparaciones se habían convertido en su modo de vida desde la llegada a la ciudad.
La androide estaba impulsada por una batería nuclear por lo que no necesitaba ninguna fuente de alimentación externa; no necesitaba una casa conectada a la red eléctrica, ni comida, ni siquiera un trabajo para ganar dinero y mantener todas esas cosas. Pero después de la nefasta experiencia con su último dueño había decidido mantener en secreto su condición de androide.  Aprovechando que durante su último trabajo le habían instalado una actualización sobre mecánica y mantenimiento de componentes electrónicos, Lula alquiló un taller en los suburbios y montó un negocio de venta y reparación de androides y electrodomésticos.
Situado al norte de la macrociudad, a unos pocos kilómetros de distancia del anillo de bosques artificiales que la rodeaban, el vertedero se extendía a lo largo de un valle abierto entre dos montes desnudos. Con una extensión de unos cientos de metros cuadrados, era como un mar multicolor que se derramaba por las laderas de esos montes y que a la luz del sol brillaba por los destellos metálicos.
Más allá del vertedero, la estepa cubría el paisaje hasta donde alcanzaba la vista. Las únicas plantas que crecían en los alrededores eran matorrales y alguna que otra acacia seca como una pasa. Y por las inmediaciones merodeaban serpientes, buitres y coyotes. El calor era abrasador tanto en invierno como en verano. Un aire seco del que no había dónde guarecerse y que hacía ascender los termómetros hasta los cuarenta grados con facilidad soplaba en el lugar sin descanso. Aun así, a Lula le gustaba el clima porque le permitía perder la mirada en el cielo raso, un  infinito azul que en pocas ocasiones se cubría de nubes de tormenta.
Se decía que en Capital no se tiraba nada, que los procesos de selección y reciclado eran cien por cien eficaces. Los recursos de la ciudad no eran ilimitados y por ese motivo cada tarro, cada papel, cada piel de plátano eran tan preciados. Todo debía reutilizarse y ofrecer una segunda vida en un mundo árido en el que lo único que cubría la tierra era el desierto y en el que el agua potable tenía que arrancarse de las entrañas del planeta mediante costosos y complejos procesos de bombeo o transportarse kilómetros y kilómetros a través de acueductos que viajaban hasta el mar. Pero la realidad era un poco distinta.
A veces, camiones cargados de basura aparecían por el sur, hundiendo sus ruedas en la tierra, y vaciaban sus tripas en los lindes del vertedero. Y el mar multicolor crecía cada día un poco más.
De todos modos, a nadie parecía importarle ese detalle. Y a Lula todavía menos, que había hecho del vertedero su modo de vida.
Lula se había detenido a inspeccionar un robot de cocina que había vivido tiempos mejores, pero el electrodoméstico no tenía buen aspecto. No estaba teniendo mucha suerte ese día.
La frente de la androide estaba perlada de lo que parecían gotas de sudor, y que en realidad eran agua que el sistema de refrigeración que escondía bajo la capa de biopiel liberaba para que sus componentes electrónicos no se sobrecalentaran, y la coleta con la que anudaba su pelo de color chocolate estaba desaliñada por la caminata y el trabajo.
Barajaba la posibilidad de regresar a casa y dejar la inspección para otra ocasión cuando lo oyó con toda claridad: el llanto de un bebé.
Lula levantó la cabeza y miró en derredor, sin encontrar nada remarcable. Tras la sorpresa inicial y al ver que el llano no se repetía, decidió no conceder demasiada importancia al sonido, imaginando que alguno de los demás chatarreros que como ella rastreaban el lugar en busca de objetos interesantes se habría traído a su hijo consigo.
Pero, al cabo de un rato, el llanto regresó y al ver que esta vez no cesaba, Lula decidió echar un vistazo.
Caminar por los escombros no era tarea fácil porque allí todo se apilaba sin ton ni son. De todos modos, Lula estaba acostumbrada a ello. Además, su condición de androide la hacía menos torpe que los humanos, pues era capaz de recuperar el equilibrio con rapidez en caso de dar un traspié.
Rodeó un montón de chatarra que sobresalía más que los demás y después se encaminó por el paso abierto entre una sección que parecía destinada a neveras y lavadoras pasadas de moda. Todavía cruzó un pequeño lecho de cables de colores y placas base que crujían y se hacían añicos bajo sus pies. Y al final de su recorrido la encontró, sentada sobre un colchón viejo, llorando con desconsuelo.
Debía tener poco más de un año y vestía una vieja camiseta que dejaba al descubierto sus brazos y sus piernas regordetas. No llevaba pañal así que Lula supo enseguida que se trataba de una niña. Una lanilla de pelo nacía sobre su frente, fina como la seda, de un color miel que brillaba con el sol, y sus mejillas, rosadas y redondas, pedían a gritos un pellizco.
En cuanto la niña vio a Lula, dejó de llorar al instante; casi resultó un encuentro místico. Primero la miró, frunciendo levemente las cejas (un gesto que resultó terriblemente gracioso en alguien tan pequeño). Lula pudo comprobar entonces que los ojos de la pequeña eren de un hermoso color verde oscuro y estaban llenos de curiosidad. De seguido, la pequeña levantó los brazos en alto y empezó a balbucear una perorata de sílabas inconexas:
—Babadada, prrrru, prrruuu.
Y aunque la androide no la entendió, supo exactamente lo que la niña quería.
Dudó. La presencia de aquella criatura era tentadora y el deseo de cogerla en brazos y arrullarla la inundó por dentro. El mismo deseo que durante los últimos años había mantenido escondido bajo capas de olvido y que ahora regresaba con fuerza. Pero se contuvo, porque no tenía ni idea de qué hacía la pequeña allí. ¿Estarían sus padres por los alrededores? ¿La habrían dejado allí un momento y les habría ocurrido algo mientras tanto? No quería que, al regresar, la encontraran jugando con la niña porque aquello podía suponer problemas. Y a Lula no le gustaban nada los problemas. La gente de los suburbios era muy rara. La gente en general era muy rara.
De todos modos, no podía dejarla ahí, porque pronto el calor era insoportable y aquella criatura corría el riesgo de sufrir algo peor que una deshidratación.
Para calmarla, Lula le regaló una sonrisa y después se llevó un dedo a los labios e hizo un «shhht» largo y suave.
—No llores,  ¿vale? —le dijo—. Voy a echar un vistazo a ver si encuentro a tus padres. Estate quietecita.
Después, se alejó para investigar las inmediaciones.
Echó un vistazo rápido. Caminó por entre las montañas de escombros y entre las secciones de desechos. Se conocía el lugar como la palma de la mano. Buscó y buscó, pero por más vueltas que daba no encontraba nada. Ninguna persona, ningún vehículo, ningún animal. Esa mañana no había nadie más que ella en el vertedero y si alguien había traído aquella niña hasta allí, estaba claro que hacía mucho rato que se había ido.
Cuando regresó junto a la pequeña, la encontró tal y como la había dejado: sentada sobre el colchón, quieta y callada, como si de algún modo hubiese entendido lo que le habían dicho y hubiese decidido permanecer a la espera.
—Supongo que no tendrás ni idea de dónde están tus padres —preguntó Lula.
Lo único que obtuvo por respuesta fue un «prupupupa ababada».
Así, dejando a un lado sus últimas reticencias, Lula la tomó en brazos. La pequeña no se extrañó por el contacto, sino que le dedicó a la androide una profunda mirada de aprobación. Después cogió uno de sus rizos castaños y tiró de él con una carcajada infantil.
—De acuerdo —repuso Lula—. Nos tomaremos eso como un «encantada de conocerte».
Y  con la niña en brazos y sin saber muy bien qué hacer con ella, una idea descabellada cruzó los circuitos de la androide.

***

Prácticamente podía decirse que Miga se había criado en el vertedero de Capital.
Los suburbios eran su ciudad y su cama se encontraba en la trastienda del taller mecánico de su madre (había quien decía que el hogar se encuentra donde se encuentra tu corazón, pero Miga, que era más práctica, prefería decir que el hogar está donde está tu cama).
Pero el vertedero era el lugar en el que más buenos momentos había pasado; el lugar que presidía su memoria.
El primer recuerdo que tenía era el de vagar por entre los desechos de la mano de su madre, mientras la mujer buscaba componentes para sus reparaciones. Era una imagen difusa, en la que se veía a sí misma rodeada de chatarra y en la que una voz de fondo le advertía que si se alejaba demasiado corría el riesgo de perderse. Los desechos multicolor llamaban su atención y ella estiraba la mano para cogerlos todos. Ni siquiera estaba segura de que fuera un recuerdo o se tratara sólo del producto de su imaginación; pero lo atesoraría como tal hasta el fin de sus días.
Con el tiempo su madre le permitió caminar con libertad por el lugar. Y, más adelante, cuando ni siquiera necesitaba la compañía adulta para recorrerlo, Miga empezó a ayudar en las tareas de rastreo. Ahora era capaz de recorrer sola el trayecto hasta allí sin más ayuda que la de su aeromoto, así como de reconocer todos los componentes electrónicos sin ningún problema y de determinar si servirían o estaban tan estropeados que la reparación no valdría la pena.
Sin haber pisado jamás una escuela, la muchacha había aprendido en la calle todo lo que sabía. Y no había sido poco, porque en los suburbios de Capital uno debía de espabilarse si quería sobrevivir. La ley que imperaba allí era la del más fuerte. Era un lugar en el que iban a perderse todas aquellas personas que por una circunstancias u otras no podían vivir en la ciudad, ya fueran parias, malhechores o gente sin identidad. De todos modos, Miga podía jactarse de haber tenido una buena maestra: su madre.
Lula, que era como se llamaba su madre, era la mejor mecánica de los suburbios. Respetada por todos allí, podía arreglar cualquier cosa por estropeada que estuviera. Además, siempre ofrecía tratos justos, algo que no solían hacer los demás talleres de la sub-ciudad, que aprovechaban cualquier ocasión para estafar a los pobres desgraciados que precisaban sus servicios.
Lula le había enseñado todo lo que sabía: a leer y escribir, a cocinar, a coser; pero también a programar, a orientarse con las estrellas, a encontrar agua con la ayuda de un palo y a comprender la tecnología.
Miga era capaz de desmontar un androide, pieza a pieza, y volver a montarlo a una velocidad pasmosa, incluso con los ojos cerrados. Los artilugios electrónicos no tenían secretos para ella. Había crecido con los destornilladores y las tuercas como compañeros de juegos y a los cinco años ya creaba sus propios juguetes.
Pese a eso, y por más sorprendente que pudiera parecer, Miga detestaba las máquinas: para ella simbolizaban la estupidez humana. Y aunque ocupaba buena parte del día en ayudar a su madre en el taller porque sabía que no vivían del aire y que las reparaciones eran las que pagaban el alquiler y la comida, no veía el momento de terminar con el trabajo y largarse a cualquier parte que la llevara lejos de la tecnología y de Capital.
«No pienso convertirme en la basura que vive más allá de las calles de los suburbios» decía siempre, haciendo referencia a los capitalenses. «Esos cretinos no saben ni freír un huevo sin la ayuda de un ordenador. Las máquinas les han vuelto estúpidos».
Y todos en el barrio sabían que hablaba muy en serio. También su madre.
Las cosas no habían sido siempre así. De pequeña, Miga adoraba todo lo que fuera tecnología. Jugaba con los cables, desmontaba los electrodomésticos, escarbaba en la basura en busca de nuevos componentes. Y, por encima de todo, adoraba ver a su madre trabajar. Nunca había sido una niña revoltosa, pero cuando estaba intranquila Lula la sentaba junto a ella en una trona de plástico (que había cambiado por un robot aspirador) y el mundo entero se desvanecía para la pequeña, que se quedaba horas y horas absorta contemplando el trabajo de su madre. En esos momentos, ni siquiera el hambre o el sueño eran capaces de distraerla.
Lo que hizo que las cosas cambiaran de forma tan drástica fue un muchacho llamado Guido, que en cierta ocasión se cruzó en el camino de Miga y volvió su mundo del revés.

Miga y Guido se habían conocido hacía algunos años.
Había sido un día de otoño, cuando ella estaba a punto de cumplir los diez. Como solía hacer a menudo en aquella época cuando no correteaba por las calles sin asfaltar de los suburbios con alguna entrega entre los brazos, había ido a dar una vuelta por el vertedero por si encontraba algo interesante. La acompañaba su fiel amigo Jimbo, un gato-robot que ella misma había diseñado y que su madre le había ayudado a construir.
Ese día, a Miga le hubiera gustado que en vez de Jimbo fuera Lula la que caminara unos pasos por delante de ella, abriendo el camino. Su madre hacía que los paseos por el basurero se convirtieran en auténticas aventuras, explicando curiosidades, inventando historias, transformando la basura en naves espaciales que escapaban de Fris y viajaban hasta los confines de la galaxia. Y eso cuando no la perseguía para hacerle cosquillas, haciendo que Miga huyera entre gritos y risas. Su madre era la persona más divertida que Miga hubiese conocido jamás. Y, según su modesta opinión, también la más lista.
Pero aquella mañana su madre tenía trabajo y aunque Miga se había ofrecido para ayudarla, ella había hecho que no con la cabeza y le había respondido:
—¡Ve a dar esa maldita vuelta! ¡Que lo estás deseando!
Y Miga se había largado, porque cuando su madre ordenaba algo era mejor obedecer.
De todos modos, la compañía de Jimbo no era desagradable. A pesar de su aspecto mecánico (no habían recubierto su armazón metálico porque encontrar piel sintética en los suburbios era caro), el gato-mecánico casi parecía un animal de verdad. Y Miga lo quería como a tal.
Durante el paseo, algo había llamado su atención en un montón de chatarra.
Miga hundió la mano en los restos, ladeando la cabeza para alcanzar su objetivo. Su lengua asomó por la comisura de sus labios y frunció el entrecejo mientras movía los dedos a ciegas. Cuando al fin lo alcanzó, su expresión se convirtió en una de alegría. Tiró del objeto y lo extrajo.
Lo observó, haciéndolo girar sobre él mismo. Se trataba de una pieza cilíndrica de metal no más grande que su puño cerrado. Sonrió con amplitud mientras lo levantaba en alto y conseguía que la luz del sol le arrancara un destello.  Su madre se pondría contenta: los motores en buen estado eran difíciles de encontrar.
Se disponía a embutir su trofeo en el zurrón y retomar el camino de vuelta, cuando una voz le hizo dar un respingo:
—Hola.
Con el corazón desbocado, la niña se volvió hacia el lugar del que provenía.
El sol la cegó, por lo que sólo pudo vislumbrar una figura oscura recortada en el cielo azul, de pie en lo alto del montículo de desechos. Se sorprendió de encontrarla ahí porque no había oído ningún ruido. ¿Tan concentrada estaba? A ella era imposible pillarla desprevenida.
Se llevó una mano a la frente, para hacerse visera, y entornó los ojos.
Un chico mayor que ella se encontraba de pie sobre una caja metálica con las manos en jarras. Una gran sonrisa burlona se dibujaba en sus labios, abriendo dos divertidos hoyuelos en sus mejillas. Tenía el pelo de color pardo y los ojos grandes y saltones como dos topacios imperiales.
Miga arrugó la nariz. Sabía muy bien que en el vertedero había otros como su madre o como ella, chatarreros que habían hecho de hurgar en la basura su modo de vida. Pero, aunque no tenía especial relación con ellos y a la mayoría sólo les conocía de vista, sabía el nombre de cada uno. Y a ese no lo había visto jamás.
Y aquello sólo podía significar una cosa: el chico era de Capital.
Miga había aprendido que la gente de Capital no era de fiar. Desde muy pequeña le habían contado que los capitalenses eran egoístas y dejaban que los pobres que vivían en los suburbios pasaran hambre y frío mientras ellos se ahogaban en sus excesos. La vida en la ciudad era un frenesí de sinsentidos, una búsqueda constante de nuevas sensaciones y de manera de obviar la realidad. Su madre nunca le había hablado abiertamente del tema, pero Miga conocía perfectamente la aversión que sentía por Capital y sus habitantes. No era la única: muchos en los suburbios escupían en el suelo con desprecio con sólo oírlos nombrar.
Por eso, Miga trató de ignorar al chico. No tenía ni idea de que hacía allí ni de cómo había llegado, pero tampoco le importaba. Sólo quería que se fuera. Volvió la vista al frente e hizo como si no le hubiese visto, pensando que si le ignoraba el tiempo suficiente él se daría por aludido y se iría.
Pero antes de poder dar siquiera un paso y proseguir con su camino, un golpe seco le hizo volver la vista atrás, otra vez.
Descubrió que el chico había bajado de la caja de un salto y descendía por la ladera de escombros en dirección a ella. Lo hacía con gracia, pero no con la misma soltura con la que Miga recorría el lugar. Estaba claro que no estaba habituado a hacer ese tipo de cosas. Una plancha metálica se desprendió cuando él puso un pie encima y a punto estuvo de caerse de bruces al suelo. En el último instante consiguió mantener el equilibrio. Tras el resbalón, se acercó a Miga, resuelto.
—¿Qué haces? —le preguntó, usando un tono amistoso.
La chica entrecerró los ojos.
—Nada —repuso, cortante.
Pero él no se amedrantó por el trato osco que le dirigían y prosiguió con su interrogatorio.
—¿Ese gato-robot es tuyo?
Miga miró a Jimbo, que observaba la escena desde la distancia. Hizo un gesto afirmativo con la cabeza.
—Vaya. Es raro… ¡Pero resulta divertido! ¿Y tiene nombre?
—Jimbo.
—¿Jimbo? Suena bien. Yo no tengo ninguna mascota, aunque a veces persigo el robot aspirador por casa para hacerlo rabiar —explicó, soltando una risotada como si aquello fuera lo más divertido del mundo.
Miga pensó que ese era un buen momento para desaparecer.
—Tengo que irme —dijo, dando media vuelta.
Pero él la detuvo:
—¡No! ¡Espera! ¿Vienes por aquí a menudo?
—Trabajo aquí.
No era del todo cierto, pero a Miga le gustaba decir que trabajaba con su madre, que era su ayudante. La mejor ayudante de mecánico de Fris. Y también la mejor rastreadora del basurero.
Al chico pareció gustarle la respuesta, porque abrió mucho los ojos y miró a Miga con una mezcla de sorpresa y fascinación.
—¿Aquí? ¿De verdad? ¿Y no vas a la escuela?
—No.
—¡Qué guay!
Ella se encogió de hombros.
—Por cierto, todavía no me has dicho cómo te llamas.
La niña dudó, pero al final dijo:
—Miga.
—¿Cómo las migas de pan?
Ella frunció el ceño y su nariz respingona se arrugó. Tenía las mejillas coloradas por el sol y el cabello del color de las mazorcas le caía desliñado por la frente y los hombros. Era un pelo salvaje que su madre le había cortado a trasquilones. Pero era un pelo guay.
—No te rías de mí —protestó.
—No lo hago. Es un nombre divertido. Yo me llamo Guido.
—Hum…
—Me ha gustado conocerte. Lástima que tengas que irte. Pero quizás otro día podríamos ir a explorar juntos el vertedero. Si trabajas aquí lo debes de conocer bien. Le diré a mi padre que me traiga. Él tiene un camión, ¿sabes? Y a veces viene a descargar. Será divertido.
Miga no respondió. De algún modo, y a pesar de que sabía que no podía fiarse de la gente de Capital, aquel chico le había gustado. No era un gallina como los otros chicos de los suburbios, que nunca querían ir con ella al vertedero porque «daba miedo». Y, además, era divertido.  A Miga le gustaba la gente divertida. Por eso, pensó, le gustaría que fuera su amigo.
De todos modos, y como era obvio, aquello no se lo podía decir a él. A la gente de Capital nunca se le podía contar la verdad.
Así que simplemente respondió: «Algún día», que era una frase que no quería decir ni que sí ni que no, pero que en el fondo era una aceptación en toda regla.

Guido tenía trece años y vivía en la periferia de Capital (que no en los suburbios), en un barrio residencial como cualquier otro. Como muchos de los chicos de la macrociudad tenía dos casas: la de papá y la de mamá.
La casa de su madre se encontraba en un gran bloque de pisos cerca de la escuela. Era un edificio muy feo de color ceniza y lo conforman más de un centenar de pequeños apartamentos. En la parte central había un gran patio comunitario en el que los chicos como él jugaban por las tardes, después de clase.
Eva, que es como se llama su madre, trabajaba en una cadena de montaje. Su turno cambiaba cada dos semanas, por lo que había días en los que Guido apenas la veía. Cuando trabajaba de noche, lo mandaban a casa de su padre.
Pero a veces el padre tampoco estaba disponible y Guido tenía que quedarse solo.
Aunque para eso ya estaba Vicky.
Vicky era la IA que gobernaba el piso de su madre y Guido la adoraba con devoción. Controlaba absolutamente todo: desde la colada, hasta las compras, pasando por las facturas, los horarios e incluso las fechas importantes. Todos los demás electrodomésticos dependían de ella y cuando Guido se ponía remolón y no le hacía caso, Vicky los utilizaba para hacerle entrar en razón. Como aquella vez que programó a Turrón (que era como llamaban cariñosamente al robot aspirador) para que lo persiguiera por la casa y no le dejara jugar hasta que hubiese terminado todos los deberes.
A pesar de que Vicky no tenía cuerpo, Guido podía sentir su presencia por toda la casa en un abrazo reconfortante. Ahí estaba cuando volvía del colegio y le daba la bienvenida, o cuando lo obligaba a ducharse aunque él no quisiera.
Por eso, a veces Guido se sentía culpable de querer más a Vicky que a su madre.
Eva se había quedado embarazada cuanto tenía treinta y ocho años. A pesar de ser premeditado, la noticia la había sorprendido hasta el punto de plantearse un aborto.
En realidad Eva no estaba segura de querer tener un hijo, pero en su fuero interno sentía que se le pasaba el plazo. De pequeña siempre había fantaseado con la idea de ser madre y en la adolescencia había jurado y perjurado que, rompiendo la estadística de Capital, ella tendría tres o cuatro retoños; y los tendría antes de cumplir los treinta.
Era evidente que su sueño de juventud no se había cumplido. Y no había sido porque la vida no se lo hubiese puesto fácil. Todas las parejas que había tenido compartían con ella el deseo de tener descendencia. Pero a medida que se acercaba el momento decisivo, Eva sentía que la presión se hacía insoportable y que todo el peso caía sobre ella. ¿Por qué quería un hijo? ¿Era puro instinto animal? ¿Quería que otra persona se sintiera querida y arropada como se había sentido ella por sus padres? ¿Se sentía desplazada por los amigos que desde que eran madres y padres la dejaban de lado?
Y con todo aquello había nacido Guido, que era fruto de la relación que mantenía en aquel momento (aunque el padre había dejado bien claro que, por su trabajo, no podría hacerse cargo del pequeño y lo único que le podía ofrecer era sustentación económica). Y ya no había habido marcha atrás: un niño no se podía devolver como si fuera una prenda de ropa que no te ha gustado al probártela en casa.
Eva quería a Guido, pero el chico había aprendido que a su madre era mejor no molestarla. Cuando Eva no estaba trabajando, se encerraba en su habitación y se pasaba horas conectada a alguna red social de su consola de realidad virtual; a veces Guido la oía reír. Y si no estaba conectada, salía por ahí con sus amigos. Su madre no acostumbraba a contarle qué hacía durante sus juergas y aunque él se moría de ganas de descubrirlo, tampoco se lo preguntaba. Y es que en esas pocas ocasiones que compartían algo de tiempo, nunca sabían de qué hablar.
En esas contadas ocasiones, Eva solía interesarse por cómo le iba la escuela y también por sus amigos. Sonreía cuando él le hablaba de tal o cual cosa, pero a los cinco minutos había olvidado casi todo. Por eso a Guido cada día le gustaba menos contarle cosas: era como hablar con la pared.
Vicky, en cambio, sí se acordaba de los nombres de todos sus amigos. Y también de si se habían peleado o iba a ser su cumpleaños. Cuando Guido volvía a casa con el semblante serio, ella se daba cuenta enseguida, y tomando formas divertidas en cualquiera de las pantallas de la casa le preguntaba qué había ocurrido.
—¿Ha sido Bob?
Guido hacía que no con la cabeza.
—¿Marta?
Y cuando los ojos se le llenaban de lágrimas, Vicky adivinaba:
—Aaah. Claro. Ha sido Popi.
Y siempre acertaba.
En casa de su padre las cosas eran un poco distintas.
Art, que era como se llamaba su padre, vivía en una casita unifamiliar que se abría lugar entre dos inmensos bloques de pisos y que nadie sabía cómo había llegado hasta allí. La casa tenía cuatro habitaciones: una de ellas era para Art, la otra para su padre (el abuelo de Guido), la tercera cambiaba de propietario cada dos por tres y en la última dormía Guido cuando iba de visita.
Art era camionero y su trabajo consistía en recoger los desechos de los habitantes de Capital y trasladarlos a alguna de las fábricas de reciclaje, donde eran sometidos a complejos procesos de selección y reacondicionamiento. Pero a veces sus viajes eran más largos; tan largos que incluso pasaba algunas noches fuera de la ciudad. Guido no tenía ni idea de adónde iba. Como era lógico, su padre no se lo contaba. Todos los adultos tienen la extraña creencia de que los niños son demasiado estúpidos para entender según qué explicaciones. De todos modos, no importaba, porque cuando su padre regresaba de esos viajes misteriosos siempre se ofrecía a pasar unos días con él. Y entonces hacían cosas juntos, como ir al acuario, al observatorio o a algún museo. Incluso a veces le llevaba a ver un partido de fútbol y el abuelo también se apuntaba porque ese deporte era lo único que le importaba en la vida.
Cuando Guido estaba en casa de su padre siempre comían en la cantina que había en la última planta de uno de los bloques de pisos vecinos, porque lo único que Art guardaba en la nevera era cantidades ingentes de leche, zumo de naranja y cervezas. Apenas había electrodomésticos en la casa. En la despensa, Guido a veces encontraba cereales y galletas, pero en esos casos solían estar pasados y sabían mal. No era algo que le preocupase demasiado, porque cuando le entraba el gusanillo, su padre siempre le daba crédito para que fuera al súper de la esquina a por unas chucherías. Aunque cuando lo hacía nunca faltaba aquel «haz el favor que al menos una de esas chucherías sea sana». Guido lo intentaba, pero no siempre lo conseguía.

El día en que Guido conoció a Miga fue el primero en el que su padre le habló del vertedero y le llevó hasta allí.
—Hoy voy a llevarte a un sitio especial —dijo el hombre aquella mañana de domingo.
—¿Adónde?
—Es un sito que está más allá del muro de la ciudad y del que no puedes hablar con nadie, ¿entiendes? Ni siquiera con tus amigos. Ahora ya empiezas a ser mayor para guardar secretos, Guido, por eso voy a mostrarte adónde voy cuando me ausento algunos días.
Guido quedó muy sorprendido de descubrir que más allá de Capital había un mundo entero. Era un lugar basto y yermo, mucho más grande de lo que hubiese podido imaginar jamás. Y, además, en ese lugar vivía gente que nada tenía que ver con la ciudad.
Resultó que cuando la fábrica a la que Art llevaba los desechos para reciclar estaba demasiado llena, el hombre viajaba hasta al norte de la ciudad y dejaba allí su carga. Pero eso no era todo: había algo más. Y es que en algunas ocasiones la carga que llevaba no terminaba en el basurero, sino que era enviada a miles de kilómetros de Capital, donde algunos pueblos como los suburbios se enfrentaban a la crudeza del desierto.
—¿Hay gente viviendo ahí fuera? —preguntó Guido, sin poder creérselo.
—Oh, sí. Hay gente viviendo en todas partes. En las estrellas también.
Y Guido, que no había salido nunca de Capital (como es lógico, porque nadie salía jamás de Capital; uno nacía y moría allí), quedó fascinado con aquel viaje lleno de descubrimientos.
Primero cruzaron el muro que rodeaba la ciudad. Había una aduana en la frontera y unos policías uniformados tomaban buena nota de las entradas y salidas, que básicamente se reducían a un montón de camiones que movían carga de un lugar a otro.
Después, resultó que más allá de Capital había otra ciudad, aunque ésta era completamente distinta al concepto que Guido tenía de urbe: no había calles con cintas transportadoras, ni grandes edificios colmados de neones, no había un tráfico intenso, como tampoco cientos de peatones yendo de un lado para otro. Era un lugar muerto, triste y polvoriento. Cuando Guido le preguntó a su padre por él, lo único que obtuvo como respuesta fue su nombre: «los suburbios».
Más allá, cuando terminaba la segunda ciudad, la carretera serpenteaba por entre los bosques artificiales que rodeaban Capital y la aislaban del desierto. El anillo tenía unos cinco kilómetros de grosor y proveía a la ciudad de madera y otros materiales. Un ejército de cuidadores lo mantenían en perfecto estado.
Y al final, cuando los bosques terminaban, ya sólo quedaba el desierto. Y en el desierto estaba el vertedero. El vertedero donde conoció a Miga.

Su amistad con Guido se convirtió en el secreto de Miga.
Estaba claro que no podía contárselo a nadie, y todavía menos a su madre: no lo entenderían. Y aunque les asegurara que Guido era diferente, que era divertido y que no hacía las cosas horribles que hacían los capitalenses, tampoco la creerían. Los adultos eran cerrados de miras y cuando se les metía algo en la cabeza era difícil convencerles. ¿Un niño de Capital merodeando por el basurero? ¡Ja! ¡Menudo revuelo levantaría tal noticia! Y para colmo seguro que a Miga le prohibirían ir sola por allí.
Definitivamente era mejor que nadie se enterara.
Por eso había advertido a Guido que no se acercarse a ella cuando estaba con su madre; sólo podrían hablar cuando no hubiese moros en la costa. Y tampoco debía hablar con el resto de chatarreros. Nadie debía saber que andaba por el basurero.
Pero Lula era lo suficientemente perspicaz para saber lo que su hija se traía entre manos. Por eso, cuando aquella tarde Miga entró muda en casa, haciendo esfuerzos para no echarse a llorar, supo enseguida qué había ocurrido.
—¿Un mal día? —preguntó.
Miga se encogió de hombros, pero no respondió.
—Puede ser… ¿qué te hayas peleado con tu amigo?
—Es que… —empezó la niña. Pero rápidamente calló.
Abrió mucho los ojos, sintiéndose descubierta. De seguido, sintió que el nudo que tenía en la garganta crecía hasta hacerse insoportable. Al final estalló en un llanto compulsivo.
Su madre se limitó a abrir los brazos y a decir:
—Ven.
Miga pasó mucho tiempo refugiada en aquel abrazo, hipando y compadeciéndose, pensando en lo estúpida que había sido. Cuando al fin encontró la voz, dijo:
—Tenías razón, mamá. La gente de la ciudad es mala.
Lula le atusó el pelo.
—¿Qué ha ocurrido?
—Guido quería… Guido quería que fuera con él a Capital. Pero yo sabía que tú no me dejarías. ¡Y me dijo que te mintiera! Yo no… yo no te mentiría jamás, mamá. No te conté que Guido era mi amigo porque tenía miedo de que te enfadaras conmigo. Pero no te mentiría en algo como lo de ir a Capital.
—¿Y por qué debería enfadarme porque tengas un amigo?
—Porque es de Capital y tú odias a la gente de Capital.
Lula se sorprendió por las palabras de su hija. Se había preguntado en más de una ocasión el motivo por el que Miga guardaba en secreto su amistad con aquel chico, pero nunca había imaginado que fuera por algo parecido. Ella nunca había odiado a la gente de Capital en particular, pero seguramente Miga había interpretado como tal el desencanto que sentía hacia algunos humanos. Lo cierto era que con los años se había vuelto desconfiada.
—Miga, yo no odio a… —intentó explicar.
Pero la niña la interrumpió:
—Pero es que tenías razón, mamá. No se puede confiar en ellos: sólo piensan en sí mismos.
Miga cerró los ojos y la expresión de Guido en el momento de anunciarle que no iría con él a Capital se dibujó en su mente.
—Pero… ¿por qué? —había preguntado él, confuso y descolocado.
—No me apetece —había dicho ella.
—Pero…  si siempre dices que te gustaría saber cómo es Capital.
—Pues ya no me apetece.
Entonces el chico había comprendido.
—Es por tu madre, ¿verdad? Porque a ella no le gusta la ciudad.
—¿Y qué si es así?
—Jopé, Miga. Sólo será una excursión. ¡Ni siquiera tienes por qué contárselo!
—He dicho que no, ¿vale?
Pero no satisfecho con ello y sin prever las consecuencias de sus actos, Guido había dicho:
—¿Qué mierda va a saber tu madre de Capital? ¡Como si ella fuera muy guay! No es más que una cualquiera que malvive en los suburbios.
El dolor de Miga al escuchar esas palabras había sido tan grande que la única manera que se le había ocurrido para hacerlo más llevadero había sido que Guido también lo sintiera. E, incapaz de morderse la lengua porque en el fondo todavía era una niña, había respondido:
—Será una cualquiera, pero al menos ella sí me quiere y no me abandona para que un puñado de máquinas se ocupen de mí.
Miga se frotó los ojos con el dorso de la mano, dejando que la angustia se diluyera y los recuerdos se alejaran. Todavía le costaba creer que Guido hubiese dicho algo parecido.
—Dijo cosas feas de ti, mamá —le contó a Lula—. Yo también le dije cosas feas, pero… ¡Qué va a saber ese estúpido de nosotras! En Capital sólo piensan en tonterías; no tienen preocupaciones. Las máquinas se lo hacen todo. ¡Las máquinas los han hecho estúpidos! Y Guido es el más estúpido de todos porque le ha criado una estúpida máquina llamada Vicky.

Al escuchar semejantes palabras, Lula no pudo sino abrazar con más fuerza a su hija. Porque Lula nunca se había sentido con fuerzas para contarle a su hija que ella misma era en realidad una estúpida máquina como las que Miga tanto odiaba y que hacían tan infelices a la gente de Capital.  

Lecturas del mes - Septiembre 2016

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En esta sección detallo los libros que he leído cada mes, haciendo un breve resumen de lo que me han parecido.

Este mes no ha sido muy productivo en cuanto a lecturas, aunque puedo decir que ha sido infinitamente mejor que agosto, en que no leí ni un solo libro (¡agr!, maldito agosto, quién pudiera borrarlo del calendario). De todos modos algo ha caído:

Los bonsáis gigantes, Lucía Baquedano  



Una de las novelas infantiles que más me ha marcado y que releí para La Nave Invisible. Podéis encontrar la reseña completa aquí.

Adiós a mi concubina, Lilian Lee


Esta novela histórica, ambientada en la China del siglo XX, nos relata la vida de dos actores de la Opera de Pekín, Dieyi y Xiaolou, que interpretan el papel de Dan (personaje femenino) y de Sheng (personaje masculino) respectivamente, en un mundo en el que no había lugar para las mujeres. A través de sus vivencia a lo largo de más de cuarenta años asistimos a la evolución de su relación y a los profundos cambios políticos y sociales que vive China desde la caída del imperio, pasando por la invasión japonesa, la revolución comunista y la llegada de Mao al poder. Cambios que también tendrán un papel muy importante en la relación de los dos amigos.
Centrándose en el mundo de la Ópera, con sus características, su papel en la sociedad de la época, su posterior declive, su instrumentalización por parte del nuevo régimen y su posterior occidentalización, Lee nos muestra la historia de China sin ahorrarse detalles escabrosos. Se trata de una novela muy dura, que nos cuenta sin filtro los cambios vividos por el país durante el siglo XX: el hambre, las guerras, la represión por parte del nuevo régimen… Ni siquiera la relación de los protagonistas consigue darnos una pizca de esperanza ante tanto drama y desamparo. Dieyi, que está enamorado de Xialou, no consigue apartarse de su lado a pesar de saber que no es correspondido y eso sólo le trae más sufrimiento, mientras que Xiaolou, a pesar de querer a Dieyi como a un hermano pequeño y de desvivirse por su seguridad, no puede corresponder los sentimientos que el otro siente por él.
No puede decirse que sea una novela que haya disfrutado. El estilo de Lee hace la lectura bastante fluida, sin demasiados aspavientos, y es fácil conectar con lo que cuenta (aunque algunos saltos temporales me han parecido un poco abruptos). Pero su crudeza me ha dejado demasiado tocada. De todos modos, tengo que decir que he aprendido mucho sobre la historia de China, algo sobre lo que siempre había sentido curiosidad y que fue el motivo que me llevó a leerla.


La otra cara del espejo, Laura López Alfranca



Esta novela de terror también la leí para La Nave Invisible. En ella se nos cuenta la historia de Aidan Hansen, un psiquiatra que pasa por una crisis de pareja y que decide cambiar de trabajo para intentar salvar su matrimonio. Pero ese no es el único motivo que lo lleva a aceptar un puesto en el Jakson: el hermano de su mujer está allí encerrado desde hace años, acusado de asesinato en un caso que nunca llegó a esclarecerse y en el que parece jugar un papel muy importante un espejo que el joven heredó de su madre. Por eso Aidan intentará ayudarle a demostrar su inocencia.
Debo reconocer que este libro no me ha gustado. No he conseguido conectar con él, ni a nivel de trama, ni a nivel de personajes.
Los personajes me han resultado muy planos y estereotipados, y la trama en general, aunque tenía puntos que me han parecido muy interesantes (como la relación matrimonial y cómo esto se complementa con el resto de la historia, o la evolución del protagonista a lo largo de la novela), me ha parecido de un gore y un bizarro excesivos. Además, tengo que mencionar que la novela arrastra fallos de corrección y documentación que hacen poco agradable la lectura.



Hurra, Ben Brooks



Hacía tiempo que quería leer a Ben Brooks y aunque me hubiese gustado más empezar con Lolito, el destino trajo a mis manos Hurra. Y a pesar de que había decidido que convertiría mi #LeoAutorasOct en un #LeoAutorasHastaFinDeAño, he tenido que hacer una excepción para ponerme con él y no perder esta oportunidad.
Hurra nos cuenta la historia de dos hermanos, Dan y Adam, que acaban de perder a su hermana (la mediana), que se ha suicidado, e intentan lidiar con ello a su manera.
Dan y Adam tienen veintipocos y diecitantos años respectivamente. Llevan una vida de lo más caótica. El primero vive en Londres y trabaja como redactor para blogs y páginas web, el segundo, que vive con sus padres, no se sabe muy bien qué hace. Ambos están sumergidos una profunda crisis existencial y se pasan el día bebiendo, drogándose, follando, leyendo o viendo pelis. Todo ello se agrava aún más con la muerte de su hermana, lo que los lleva a intentar descubrir por qué lo hizo. Las situaciones descabelladas se suceden desde la primera página volviéndose cada vez más surrealistas. El autor no se ahorra detalles desagradables y tenemos borracheras, diarreas y vómitos a gogó
De todos modos, Hurra no es una historia en la que importe realmente lo que ocurre, sino cómo el autor nos lo cuenta y cómo los personajes lo viven. De hecho, el estilo de Ben Brooks es de lo que más me ha gustado. El modo como te cuenta las cosas, de forma directa (la historia está contada en primera persona por Dan), pero llena de metáforas estrambóticas, de reflexiones indirectas sobre nuestros tiempos y de referencias a elementos culturales que he sentido muy cercanos. El principio puede resultar ligeramente excesivo y cargado de tópicos, pero a medida que avanza la historia ésta toma unos derroteros de lo más inesperados que me han tenido enganchada al libro sin poder despegarme de sus páginas, a pesar de lo mucho que he odiado a su protagonista (aunque a la vez también me he sentido identificada con él en algunas partes).

Bonus:
Creatures Such as We, Lynnea Glasser


Esto no es una novela, sino una aventura conversacional. Se trata de un juego basado en texto en el que se te plantean distintas situaciones y eliges cómo continuar. Como un “elige tu propia aventura”, vaya. Lo conocí gracias a Dikana, compañera en La Nave, en una preciosa entrada que hizo del juego y que podéis encontrar aquí.
El juego está disponible en PlayStore, en modalidad de pago (son unos 5$) o en modalidad gratuita (en la que tienes cuatro pausas durante el juego, de 5, 10, 15 y 20 minutos).
Antes de continuar decir que la historia está en inglés y es importante conocer mínimamente el idioma para poder disfrutar plenamente de él, porque si no entiendes lo que te piden la toma de decisiones puede ser complicada o no ser la que querrías haber hecho. De todos modos, siempre puedes jugar con un diccionario al lado (o con san Google al lado, como hice yo, que tiré mucho del Urban Dictionary).
Se trata de un juego que mezcla el elemento de establecer relaciones románticas con ciertos personajes (como en los Otome japoneses) con las reflexiones filosóficascentradas en el mundo del videojuego.
El protagonista (o sea, tú) es el guía turístico de una base en la luna, en un futuro indeterminado en el que los viajes espaciales son una realidad. Cada semana le llevan un grupo de turistas y él o ella (porque tú eliges) se encarga de acompañarlos en su estancia en el resort: les muestra las instalaciones, los acompaña durante las actividades o las comidas, o está allí para lo que surja. Resulta que ese protagonista es un gran aficionado a los videojuegos y acaba de terminar un juego cuyo final le ha dejado tocado y, por uno de esos caprichos del destino, el siguiente grupo de turistas que le llega es el de los mismísimos creadores del juego, oportunidad perfecta para hablar con ellos sobre el final y sobre otros tantos temas relacionados con la ética del mundillo. Además, por supuesto, de establecer relaciones más personales con ellos, si ese es el deseo del jugador.
Debo decir que nunca había jugado a un juego de estos y que la primera vez que lo hice me impliqué tanto emocionalmente que incluso sufrí un ataque de ansiedad en medio de una de las situaciones que plantea el juego. El hecho de que elijas el camino a seguir y que el juego evolucione de manera distinta según tus elecciones hace que te impliques todavía más. A veces casi sentía que era yo misma la que estaba viviendo esa aventura en la Luna.
El juego no tiene distintos finales (o al menos, no a grandes rasgos), pero si te muestra distintas conversaciones según el camino que vas eligiendo, lo que hace muy divertido lo de volver a jugarlo.
Por cierto, por si alguien siente curiosidad, el personaje por el que me decidí en mi primera partida fue James (mi preferido, sin duda).





Del #ProyectoEscritoras a La Nave Invisible

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Hace ya medio año, en un arrebato producido por la frustración y la impotencia, escribí esta entrada haciendo un llamamiento. Una entrada que nacía fruto del malestar acumulado durante años, viendo como, a pesar de lo mucho que han ido mejorando las cosas en cuanto a igualdad de género y la creciente concienciación general por el feminismo, la mujer seguía siendo un personaje secundario en algo que yo, personalmente, disfruto tanto como es la literatura de lo fantástico.

Ese llamamiento tuvo un éxito inesperado y un grupo de gente maravillosas (todas mujeres menos un hombre, ahí debo decir que me hubiese gustado que fueran más) se unió a la causa y gracias al trabajo conjunto nació algo tan increíble como La Nave Invisible.



La Nave Invisible nació hace poco más de un mes y es, básicamente, un blog de difusión de la literatura de género fantástico escrita por mujeres. Es un lugar para reivindicar el lugar que les corresponde a todas esas autoras ninguneadas por ser mujeres y para dar a conocer a aquellas que publican ahora y que tan inadvertidas pasan. Y también para que editores y lectores dejen de tenerle tanto miedo a las autoras. Como dije en el discurso inaugural que escribí para el proyecto, es un lugar para remover conciencias.

A nivel personal, tengo que decir que este proyecto me está llenando muchísimo y me ha hecho recuperar algo que el año pasado creía perdido para siempre. He conocido a un grupo de mujeres estupendas, con las que me lo paso muy bien hablando de cualquier cosa y con las que me encantaría poder compartir unas pizzas algún día. Además, estoy aprendiendo un montón de cosas. Algunas que podrían considerarse más triviales, como el trabajo en equipo o el funcionamiento de un blog a nivel casi profesional, aunque no menos enriquecedoras que el conocer casi cada día a una o a dos o a tres autoras nuevas, de las que nunca había oído hablar. También aprendo sobre muchísimas cosas como visiones de la vida o feminismo, e incluso declaraciones de la renta e IRPF (no os vayáis a creer que todo son risas, ¿eh?).

Al mismo tiempo, y a partir de las biografías de todas las autoras que vamos recuperando para La Nave, me he dado cuenta de que en todas las épocas ha habido mujeres que han luchado por el feminismo en la literatura (ya sea en la literatura de género o en la literatura en general) y creo que es muy injusto que su trabajo no haya trascendido más allá de unos pequeños y determinados círculos. Quiero que todo el mundo las conozca, conozca sus obras o su trabajo, y que se habla de ellas, no sólo en La Nave. Y quiero aprender mucho de ellas.

Han sido (y serán) unos meses de mucho trabajo y ha habido momentos en los que he tenido la tentación de tirar la toalla. Momentos en los que he sentido miedo ante la dimensión que estaba tomando el proyecto, momentos en los que me he sentido abrumada por el trabajo que estaba haciendo, ya fuera por la cantidad (¡y eso que no he sido de las que más ha trabajado! Admiro mucho a mis compañeras) o por la toma de decisiones que eso suponía. Momentos en los que he me preguntado qué hacía yo, que no tengo nada especial que aportar, en un proyecto así. Pero aquí sigo, en gran parte gracias a mis compañeras. Y también porque todo lo que estamos haciendo (y lo que queremos hacer) es demasiado importante para rendirse ahora. Yo también quiero luchar por ello y aunque no tenga nada especial lo haré con todo lo que tenga en mi mano.

Así que ya sabéis: a leed a más mujeres. Y no busquéis excusas como que no os importa el género del escritor, porque entonces la decisión la dejáis en manos de vuestro subconsciente, que ha sido educado para dar más valor a lo masculino. Todos debemos poner de nuestra parte para arreglar estas diferencias existentes, siempre en la medida en la que podamos. Ojalá todo el mundo tomándose estas cosas más en serio. Ojalá poder hacer del mundo un lugar un poquito mejor.

Reseña: Títeres de la magia

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Retomo las reseñas individuales en el blog para hablar de un libro del que no hace falta hablar, porque está en boca de todos, pero del que me apetece hablar porque me ha tocado de un modo que no esperaba que hiciera y lo quiero compartir.




Reconozco que me acerqué a Títeres de la magia con cierto recelo. Había intentado leer Sueños de piedra, hace un tiempo, y la lectura no consiguió motivarme (lo dejé en el tercer capítulo porque no me gustaron los personajes y la escena del segundo capítulo me echó muy para atrás). Pero como me encantan las historias de amor entre chicos (no lo puedo negar, es mi vena fujoshi) y en mis círculos habían hablado de algunos aspectos de la novela que quería comprobar por mí misma, decidí que le iba a dar una oportunidad.

Y me alegro mucho de haberlo hecho, porque la he disfrutado un montón.

Títeres de la magia, escrita a cuatro manos por Iria G. Parente y Selene M. Pascual (también conocidas en redes como Seliria). Es un spin-off de otra novela de las mismas autoras, Sueños de piedra, y retoma a uno de los personajes de la misma (Hazan) para convertirlo en el héroe de su propia aventura. De todos modos, no es necesario haber leído Sueños de piedra para seguir el hilo de Títeres de la magia (imagino que si lo has hecho hace más gracia retomar la historia de viejos personajes y que eso te puede dar pistas del porqué de algunas de sus acciones, pero si es así (como fue mi caso) no hay ningún problema).

La historia se sitúa en la región de Marabilia, un mundo medieval en el que existe la magia, las criaturas mágicas y las torres de hechicería. El worldbuilding de la novela no es extenso, y aunque conocemos algunas ciudades distintas durante el viaje que los personajes realizan, no se nos habla mucho de ellas y las autoras prefieren centrarse en los detalles sobre el funcionamiento de las torres de hechicería, concretamente de la torre de nigromancia de Idyll. De todos modos, tampoco en ese apartado acaban de darse muchos detalles más allá de los necesarios para que la trama pueda seguir su ritmo y a mí personalmente me habría gustado saber un poco más de cómo funcionan estas instituciones.

En este punto me gustaría comentar que una de las cosas que me más me han gustado sobre los nigromantes y su mundo, algo que les diferencia del resto de hechiceros de Marabilia, es la capacidad que tienen de ver el aura de las personas. Todo el tema que se teje alrededor de ese hecho (el detalle de que los nigromantes lleven un colgante mágico para evitar que los demás puedan ver su aura, cómo las vivencias de las personas afectan el estado y el color del aura del aura y cómo esto se entrelaza con las relaciones de los personajes, dando una nueva dimensión al tema de la confianza y a la desnudez del alma) me ha parecido todo un acierto (quizás porque me recordaba a mis propios personajes y a los reguladores de ondas ).

La narración es en primera persona, contada por los dos protagonistas, Hazan y Clarence, alternando un capítulo cada uno a lo largo de los 36 capítulos de la novela. Cada uno con su lenguaje propio (aunque hacia el final se vuelve más difícil distinguir quién es quién) nos cuentan la historia desde su prisma, salpicándola de sus propios pensamientos y quebraderos de cabeza. El estilo de las autoras tiene un toque poético, que, aunque sin llegar a ser recargado, hace de algunas escenas una auténtica gozada.



La historia es la siguiente:

Hazan lleva tres años estudiando en la torre de nigromancia de Idyll, donde fue aceptado por sorpresa al concluir su aventura en Sueños de piedra. Pero sus estudios no avanzan como él querría y el joven, que ahora cuenta diecisiete años, se siente frustrado y algo desmotivado. Hazan sigue preguntándose si realmente tiene lo que hay que tener para estar en Idyll o si debería plantearse otros caminos, dado que su dominio de la magia no parece estar al nivel de sus compañeros. Su único apoyo es su tutor y amigo, Clarence, que ha estado cuidando de él y guiándolo desde que ingresó en la torre. Por eso, cuando la investigación de unos misteriosos venenos aparecidos en Marabilia amenaza con llevarse a Clarence lejos de él,  Hazan no duda ni un momento en unirse a su tutor, a pesar de sus dudas e inseguridades. En este viaje también les acompañan los antiguos compañeros de aventuras de Hazan, Arthmael y Lynne, y a su compañera de torre, Ariadne.

Por su parte, Clarence es un joven de veinte años que estudia para Maestro en la torre de Idyll y se prepara para convertirse en el futuro director de la misma, como heredero de la torre que es. Además, ejerce de tutor de Hazan, aunque en realidad está secretamente enamorado de él. Clarence es una persona muy segura de sí misma y, además, sabe que tiene un excelente dominio de la magia. A pesar de ello, no conoce nada del mundo real, porque se ha criado entre las paredes de la torre y jamás ha pisado el exterior. Por eso, cuando durante el viaje que le lleva a investigar los venenos que están causando estragos en Marabilia descubre que sus poderes de nigromante no son suficientes para resolver los problemas del mundo, o que más allá de las paredes de la torre hay gente capaz de hacer daño a los demás por cosas tan ínfimas como la envidia o la codicia, la entereza de Clarence empiezan a quebrarse.

Es difícil clasificar esta novela. Su inicio parece acercarse más a una novela romántica con tintes de aventura, en la que la relación que desarrollan Hazan y Clarence centra prácticamente toda la trama, relegando el viaje y la investigación sobre los venenos a un segundo plano. Pero, poco a poco, y a pesar de que ese romance no deja nunca de estar presente, esa segunda trama va cogiendo más y más fuerza a medida que avanza la historia. Pero no para convertir la novela en una investigación policial con tintes mágicos, sino para convertirse en una novela psicológica, centrándose en el personaje de Clarence y mostrándonos como el devenir de los acontecimientos lo destruye y vuelve no sólo su mundo, sino todo el mundo del revés.

Clarence y Hazan
Clarence es un idealista que cree tener el mundo en sus manos y acaba descubriendo que sus poderes no sirven para mucho. Eso va minando su confianza, haciendo que al final acabe dudando de todo y de todos. Hazan, por su parte, es todo lo contrario. Empieza la historia siendo un muchacho inseguro, anulado por una realidad que le va grande y de la que no sabe cómo escapar, y gracias al viaje acaba descubriéndose a sí mismo y eligiendo el camino que quiere recorrer.

Valiéndose de los dos protagonistas las autoras nos hacen reflexionar sobre las expectativas que ponemos sobre nosotros mismos y las que ponen los demás, sobre la frustración que genera no alcanzar las metas que nos imponemos, sobre la posibilidad de equivocarnos cuando elegimos nuestro camino en la vida o sobre el miedo y la ansiedad que suponen estas decisiones.

Pero es que la cosa no termina ahí. Y es que tomando derroteros inesperados, la trama nos lleva a plantearnos también cuestiones como el elitismo de las instituciones de enseñanza, el poder que supone el conocimiento, los modelos de enseñanza que nos encarrilan desde pequeños y que no nos permiten replantearnos el camino a la mitad o el miedo al cambio y a lo que es diferente.

Las autoras ponen en boca de sus personajes interesantes reflexiones al  respecto, de esas que son como una aguja clavada en el estómago, aunque debo decir que en algún punto algunas de esas reflexiones me han parecido un tanto moralizantes. De todos modos está claro que consiguen lo que buscan: tocar la fibra y que tras la lectura acabes planteándote cosas sobre lo que has leído, reflejándolas en tu propia vida.

Ariadne
En cuanto a los personajes, a parte de Hazan y de Clarence, otra de las que tiene un peso importante en la trama es Ariadne. Amiga de Clarence desde la infancia, es, al igual que su compañero, una gran nigromante que se prepara para convertirse en maestra en la torre de Idyll. Ari, como la llama Clarence, es una chica muy segura de sí misma, fría y distante, pero que siempre está al lado de su amigo; es casi una hermana para él. Tampoco ella duda en unirse al viaje cuando Clarence le habla de su misión. La relación de ambos (una relación que me ha gustado mucho, por cierto) termina siendo un puntal en la historia. La lástima de este personaje es que, al ser tan fría y distante y al verla sólo a través de los ojos de Clarence (y de Hazan, también, aunque él no la conoce tanto), no llegamos a apreciarla en profundidad y se nos queda como un personaje ligeramente plano y con el que resulta difícil conectar.

De los secundarios cabe destacar a Lynne, que es una famosa comerciante, y a Arthmaerl, rey de Silfos. Ambos son los protagonistas de Sueños de piedra y en esta entrega ayudan a Hazan y a Clarence en su viaje, en calidad de compañeros de fatigas. Confieso que son unos personajes que no me atraen especialmente y que ya en la primera novela no pude conectar con ellos. Ambos son pareja y mantienen una relación «a distancia», viéndose sólo un mes al año porque cada uno tiene que atender a sus responsabilidades. Ella es práctica y luchadora, y no duda en hacer lo que haga falta para perseguir sus sueños. Él un bocazas engreído que no piensa antes de actuar.


También me gustaría mencionar al tío y a la tía de Clarence, Archivald y Anthea, hermanos y directores de la torre de Idyll y tutores del joven (puesto que los padres de él murieron). Estos dos maestros mantienen una estrecha relación desde ambos tuvieron que renunciar a sus vidas para dirigir Idyll y hacerse cargo de su sobrino huerfano. Clarence los quiere casi como a unos padres, pero siente que, a pesar de lo mucho que le han enseñado y preparado para convertirse en un gran nigromante, no le han dado el cariño de una familia.

Una de las cosas que cabe destacar del libro en relación a los personajes es la representación sobre diferentes tipos de sexualidades que las autoras han incluido en su obra, así como la presencia de relaciones de pareja (incluso las de una sola noche) basadas en el consentimiento y el respeto mutuo.

La historia de amor se centra en una pareja de dos chicos. Clarence es gay y lo ha sabido desde que dejó su relación con Ariadne, cuando eran poco más que dos niños. Hazan, por su parte, ha creído siempre ser heterosexual hasta que empieza a fijarse en su tutor de ese modo, algo que a pesar de que lo deja un poco confuso al principio, termina aceptando con naturalidad. Además, Hazan es demisexual, por lo que no llega a comprender (en un principio) que los demás puedan tener relaciones sexuales sin estar enamorados. Por otro lado, Ariadne es asexual, algo que descubrió después de su breve relación con Clarence.

A pesar de que esta representación me ha parecido muy positiva, tengo que decir que la introducción de la sexualidad de los personajes me ha resultado abrupta y forzada en algunos puntos y que me hubiese gustado que se llevase con más naturalidad.

Por ejemplo: es Clarence quién nos habla de la sexualidad de Ariadne al presentarnosla, en una escena en la que ella le planta un beso en los morros «porque un beso para ella no significa nada». No digo que no pueda ser que realmente Ariadne no sienta nada al besar a Clarence, pero es una escena que, aunque él no asegura que se repite con frecuencia porque es un juego habitual entre ambos, no se vuelve a dar en todo el libro. Además, no llega a estar del todo bien explicada, ya que nos da a entender que Ariadne hace eso con más gente, algo que no dejaría de ser inapropiado porque, aunque para ella los besos no significan nada, besar a otros sin consentimiento podría llegar a considerarse como asalto al espacio vital. De modo que si lo que las autoras querían era hablarnos de la asexualidad de Ariadne, quizás podrían haber buscado un momento mejor para hacerlo, como por ejemplo introducirla cuando Clarence habla con Hazan y le cuenta sobre este tema.

También los constantes comentarios a la sexualidad de Clarence me han parecido un tanto cargantes, como por ejemplo cuando Arthmael lo acusa de haberlo estado mirando «con esas intenciones» o cuando Aldric (uno de los miembros de la tripulación de Lynne) lo aborda sin reparo al subir al barco. De todos modos, la introducción del personaje de Aldric, aunque muy típica y tópica para hacer avanzar la relación de los dos enamorados, sirve para mostrar un punto de vista interesante sobre los celos.

Hablando de la relación amorosa, me ha gustado ver como, ante todo, Clarence y Hazan son amigos. Lo han sido durante muchos años y es algo que siguen manteniendo a pesar de haber empezado a verse también de otro modo. Además, esa amistad que se refleja en la confianza que los une y en el apoyo incondicional que Hazan brinda a Clarence cuando las cosas empiezan a desmoronarse. Podría parecer que la historia de amor es en realidad un instalove, porque la historia ocurre en algo más de una luna, pero yo creo que viene fuertemente influenciada por la relación de pleno conocimiento que ambos ya tenían.



Por todo eso, y a pesar de estos detalles que no me han llegado a convencer, Títeres de la magia me ha parecido un libro muy recomendable, de esos que te remueven por dentro y te hacen pensar, y que usa de un modo muy original ese mundo mágico que es Marabilia para hablarnos de temas tan candentes como los que he comentado más arriba. Además, qué narices, la historia de amor me ha encantado y me ha tenido suspirando como una tonta durante todas las páginas del libro. Por eso, si os gustan este tipo de historias ligeras, con amor y aventuras, pero con toque de atención de fondo, os la recomiendo fervientemente.


*Las ilustraciones de esta entrada son obra de Lehana Aida, y forman parte de las imágenes promocionales de la novela

Puerto Espiral

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Este es un relato que me publicaron en la Revista Inari nº4. Ha sido ligeramente modificado respecto al original.
Cuenta la historia de una chica que vive en un planeta llamado Puerto Espiral y que quiere irse a surcar el espacio en busca de aventuras.

(c) NASA's Earth Observaroty - Flickr


Es curioso que en Puerto Espiral, una ciudad-espaciopuerto de gran afluencia donde las naves interestelares aterrizaban por doquier, nunca se veían las estrellas.
Situado en el sistema solar 176503, el planeta X-176503 (cobijo de Puerto Espiral y hermano de los planetas Y-176503 y Z-176503) daba vueltas alrededor de una enana blanca a la que todos llamaban Sol por nostalgia. Pero X-176503 (o X a secas, que era como lo conocía todo el mundo) tenía una relación astrosíncrona con Sol y por eso siempre le mostraba la misma cara a la estrella (como ocurriese con la Luna alrededor de la Tierra).
De ahí que en Puerto Espiral, ubicado en la parte iluminada del planeta, nunca se hacía de noche.
Ava vivía en la peculiar ciudad donde nunca se ponía el sol. Tenía veinte años, dos meses y cuatro días. Lo sabía porque la cadena que pendía de su cuello desde el día en que la abandonaron en el hospicio de Puerto Espiral tenía gravada esa fecha junto a su nombre. No tenía muy claro si había nacido en X o su madre, como los miles de viajeros que pasaban por allí cada día, había desembarcado de una de las naves espaciales y, sin saber muy bien qué hacer con ella, la había dejado allí.
Pero a ella no le preocupaba demasiado el asunto de su madre (ni de su padre, si lo tenía), lo único que de verdad le importaba era abandonar Puerto Espiral y tomar alguna de esas naves que descendían sobre el desértico X y después volvían a elevarse para perderse en el universo infinito.
Y no es que no le gustara el lugar donde vivía. El hecho de que planeta X poseyera las características perfectas para la vida (tanto humana como alienígena) y que estuviera situado en un punto estratégico (muy cerca de dos sistemas vecinos y también relativamente cerca de un pliegue espacial que conducía a la Vía Láctea) había convertido el lugar en uno de los puntos de paso más transitados de los alrededores.
Así, Puerto Espiral era, a pesar de todo, una ciudad interesante, con sus caóticas calles abarrotadas de tiendas y tenderetes, con sus cientos de estaciones de servicio, mecánicos y chapistas, con su mezcla de razas, olores, sabores y culturas. Un lugar en el que lo nuevo y lo viejo se entremezclaban y nada perduraba la suficiente para acordarte de ello ni siquiera un año después.
La vida no la trataba mal. El trabajo como reponedora de combustible en una de las cientos de estaciones de servicio que poblaban la ciudad era divertido y no la tenía encerrada entre cuatro paredes. Podía permitirse una vivienda propia y algún que otro capricho de vez en cuando.
Sin embargo, Puerto Espiral era siempre lo mismo.
La gente iba y venía. La mayoría de ellos visitarían la ciudad una sola vez en la vida, de camino a su destino. El resto, los de siempre, regresarían pasados unos meses o unos años, cuando su nave de transporte tuviese que llevar de nuevo provisiones al lugar o hacer escala en un viaje más largo. Además, dejando a un lado las impresionantes naves espaciales que surcaban sus cielos y de la gran afluencia de visitantes que recibían cada día, en X no había nada más. No había museos que visitar, no había lugares a los que viajar, no había paisajes que admirar. Y la vida de sus habitantes se reducía a una eterna rutina, salpicada de efímeros instantes de placer, ya fuera en bares de copas o conectado a alguna plataforma multimedia.
Por eso, cuando no tenía nada que hacer, Ava cogía su vehículo cuatro por cuatro (que técnicamente no era suyo, sino de la empresa) y se dirigía a la Cara Oscura de X, donde siempre era de noche y hacía frío, y donde sólo vivían los renegados y los inadaptados.
Allí había nieve todo el año y las temperaturas no subían nunca de los veinte grados bajo cero. Pero lo más bonito, lo más grandioso, era que cuando no había nubes y el cielo estaba raso se podía contemplar el maravilloso espectáculo de la eterna noche estrellada, con aquel mar negro colmado de pequeñas lucecitas que dibujaban caprichosas formas sobre su superficie.


Había sido al cumplir los dieciséis años cuando Ava decidió que tenía que largarse de aquel lugar porque un espaciopuerto no bastaba para saciar su curiosidad y porque universo infinito la esperaba más allá.
Por eso, en cuanto tuvo oportunidad, le pidió permiso a Mamá Rosa (que era la directora del hospicio) y se puso a trabajar en la estación de servicio Gummi, con la intención de ahorrar el dinero necesario para comprar un pasaje en una de esas naves que hacían escala en el planeta.
Y ahora, después de cuatro años, el destino estaba elegido y la nave también.
Bala de Plata era una nave de carga que hacía el trayecto entre Europa II y X dos veces al año estándar. No solía aceptar pasajeros, pero Ava conocía a su piloto, una mecánica taciturna que repostaba en Gummi y que, a pesar de su carácter, siempre le daba las gracias y le dejaba una buena propina. 
Según le había contado la piloto taciturna, Europa II no era lugar para grandes aventuras, ya que la mayoría de su superficie estaba cubierta por mar y en las pocas islas, dónde sólo había pastos, la mayoría de sus habitantes se dedicaban a criar vacas de lomo verde (una especie muy apreciada por los eneikaris y que en realidad no tenía mucho que ver con las vacas de la Tierra).
Pero Ava no tenía intención de permanecer en Europa II mucho tiempo. Simplemente, respiraría el aire de ese planeta, viviría en su propia carne las costumbres de sus gentes, buscaría un trabajo y ahorraría otro poco más para proseguir su viaje, quizás hasta Akai o hasta Greystone.
Lo tenía todo listo. La bolsa de viaje con sus pertenencias más valiosas guardada debajo de la cama, en su apartamento. Un fajo de billetes escondido en el forro de su cazadora deportiva, aquella de color rojo que se había comprado para una ocasión tan especial como aquella y que tenía una hermosa estrella bordada en la espalda. Y la palabra de la piloto de la Bala de Plata de llevarla hasta Europa II cuando ella quisiera. 
La nave había llegado a Puerto Espiral hacía tres días y partiría de nuevo en breve en un viaje de tres meses que la llevaría de regreso a casa.
Ava no podía esperar el momento de largarse, de iniciar aquella mágica aventura, como todas aquellas que había leído de niña en el lector público de la biblioteca, como todas las de las películas que ponían en el Cine Redondo, situado en lo que antaño había sido la plaza Mayor de Puerto Espiral y ahora era sólo una plaza comercial más, con sus centros recreativos, sus tiendas de recuerdos, sus bares, sus cines y sus clubs.
Ya se imaginaba subida en la nave, recorriendo ese mar negro lleno de estrellas, descubriendo nuevos planetas, nuevas formas de vida, nuevos paisajes.
Pero, como un déjà vu, al poner la mano sobre el pomo de la puerta de su apartamento,  un calambrazo la sacudió de pies a cabeza. La apartó.
Ava miró la puerta, largo y tendido. Había un póster sobre ella. Lo había conseguido en una revista de papel antiguo de las que vendía en Lei’s. Ya casi nadie las compraba, pero siempre habría nostálgicos que preferían el papel a los lectores electrónicos. Era una vista de un lugar lejano. El pie de foto ponía Nuevo Kyoto. Estaba en un planeta llamado Yume, en la Vía Láctea. 
Ese lugar estaba a centenares de miles de millones de kilómetros de allí. Pero también estaba lejos de un modo que Ava no podría superar jamás.
Por esa razón dio media vuelta, escondió la bolsa de viaje debajo de la cama, guardó la chaqueta en el fondo del armario y se puso su uniforme de la gasolinera Gummi, un mono amarillo chillón con un parche con su nombre en la solapa. Su turno de trabajo empezaba en quince minutos y debía darse prisa si no quería llegar tarde.
Mientras tanto, en la otra punta de la ciudad, y como ya había ocurrido en otras tres ocasiones antes que aquella, la Bala de Plata aguardó hasta la hora indicada de ese día sin fin de Puerto Espiral. Al ver que el tiempo apremiaba y el pasajero de última hora no aparecía, puso los motores en marcha y se dirigió hacia la pista de despegue, que cruzó a gran velocidad, elevándose del suelo al llegar al final y poniendo rumbo al cielo para dejar atrás la atmosfera de X.
Y desapareció en silencio, como había llegado.





Lecturas del mes – octubre 2016 #LeoAutorasOct

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En esta sección detallo los libros que he leído cada mes, haciendo un breve resumen de lo que me han parecido.


Este mes, y por primera vez, se ha organizado el #LeoAutorasOct.
Esta iniciativa nace con intención de fomentar la lectura y la difusión de obras escritas por mujeres de cualquier género literario, formato y época (podéis encontrar más información aquí) y nace en el contexto de propuestas de este tipo que van naciendo en los últimos tiempos, como son el grupo de lectura de autoras fantásticas que Felicidad Martínez ha creado en GoodReads o como lo es la misma Nave Invisible.
La propuesta consistía (y esperamos que siga consistiendo en el futuro) en que durante todo el mes de octubre se leen solamente libros escritos por autoras. Libros de cualquier formato y de cualquier temática, incluyendo también novela gráfica, ensayos o artículos. Lo cierto es que el reto no ha supuesto ningún esfuerzo para mí como sí puede haber supuesto para otras personas. Llevo más de un año concienciada con el hecho de equilibrar mis lecturas y, en los últimos tiempo, además, había dado mucha más prioridad a las autoras.



El caso es que tenía un montón de lecturas preparadas para el #LeoAutorasOct, pero, como era previsible, no pude leer ni una pequeña parte (por no hablar de que he ido añadiendo más libros a la pila a medida que avanzaba el mes). Al final me ha dado tiempo de leer cuatro libros y un cómic, que a continuación os detallo.

El castillo ambulante, Diana Wynne Jones


Este fue el libro que elegimos en La Nave Invisible para la lectura conjunta del #LeoAutorasOct.
No era una lectura nueva para mí. Leí el libro a principios de año, pero me gustó tanto que me apunté enseguida a la relectura. Algo que no suele pasarme a menudo, porque no disfruto con las relecturas y porque siempre tengo algo mejor que leer que algo ya he leído. Pero el caso es que no me defraudó y que disfruté tanto como la primera vez.
Si conocéis la historia por la película de Miyazaki olvidaros por completo de ella, porque, aunque el planteamiento es el mismo (Sophie es una joven corriente que termina hechizada por La Bruja del Páramo y que se va en busca de Howl para que la ayude a deshacerse de la maldición) la novela de Jones se desarrolla de un modo muy distinto, incluyendo tramas que nada tiene que ver con las de Miyazaki. Aquí no hay ninguna guerra ni Howl corre el peligro de acabar convertido en una bestia, y el secreto que se esconde tras el color negro del tirador de la puerta del castillo es mucho más impresionante e inesperado.
Es una historia divertidísima, llena de una fina ironía, que coge los relatos de brujas y magos y las vuelve del revés rompiendo estereotipos. Los personajes tienen todos una personalidad arrolladora, que los hace sobresalir del papel y adquirir vida propia. Es inevitable enamorarse de la tozudería de Sophie, de la vanidad de Howl, de lo mordaz que es Cálcifer. Además, la autora cuela hábilmente entre sus letras temas tan interesantes como por ejemplo la falta de confianza en uno mismo y como a veces son las mismas personas las que se ponen barreras a la hora de alcanzar metas.



Títeres de la magia, Selene M. Petalos e Iria G. Parente



A éste le dediqué una reseña individual que podéis leer aquí.


Un amor que destruye ciudades, Eileen Chang


Este volumen consta de dos obras.
La primera, una novela corta titulada Un amor que destruye ciudades, nos cuenta la historia de Liusu Bai una mujer que ha regresado a la casa familiar después de divorciarse y que se enamora del pretendiente que una casamentera ha presentado a la familia para que corteje a la hermana menor. Como es de suponer, en la China de los años cuarenta eso supone un escándalo.
Se trata de una visión interesante del modelo de la familia tradicional china de clase media-alta y de los convencionalismos sociales de la época. A pesar de que la protagonista se divorció con razón porque su marido la maltrataba, la familia la ve como una carga ahora que ha regresado a la casa familiar, pues aunque se han dilapidado su dote, ella no trabaja y no tiene dinero para ayudar en los gastos más básicos, en una época en la que los precios de los alimentos están por las nubes.
Pero la simple indiferencia de la familia hacia Liusu se vuelve en odio cuando aparece Fan Liuyuan y en vez de fijarse en la hermana menor, se fija en ella. Viéndose obligada a dejar la casa, a Liusu no le queda otra que irse con Liuyuan a Hong Kong. Por una parte no quiere convertirse en su concubina o amante, porque sabe que eso no le daría poder y que cuando se le acabase la juventud (algo que está próximo, porque ella no es tan joven) no lo podría retener. Pero por otra, Liuyuan no muestra interés en convertirla en su esposa y eso deja a Liusu en una posición muy precaria, porque sin casa a la que regresar no puede mostrarse demasiado exigente.
La segunda obra es un relato titulado Bloqueados, que nos describe una escena en la que un hombre corteja a una mujer en un tren. El contacto entre ambos se inicia con algo trivial, cuando el hombre intenta huir de un conocido que también viaja en el tren. Como excusa, se sienta junto a la mujer e inicia una conversación con ella.
El libro está escrito con gran delicadeza y belleza. La autora dedica muchos párrafos a describirnos escenas y pequeños detalles, como pueden ser un lugar, un objeto o un personaje. También le da muchísima importancia a los sentimientos, a cómo se sienten los protagonistas con respecto a las relaciones y al amor, como el amor los transforma y les hace hacer cosas que no harían en otras circunstancias. Me ha parecido una lectura muy amena y diferente a lo que estoy acostumbrada, que me ha dado una nueva visión de la China de los 40, que contrasta bastante con la de la que pude encontrar en Adiós a mi concubina, que leí el mes pasado.

Mi hermana Elba y Los altillos de Brumal, Cristina Fernandez Cubas



Este libro lo leí para La Nave Invisible. Podéis leer la reseña completa aquí. Es un libro de relatos que me encantó, así que no dejéis de darle una oportunidad si os gustan las historias góticas y de terror sobrenatural, pero con un fuerte elemento costumbrista.

Nieve en Verano #1, Haruka Kawachi


Un manga al que quería echar el guante hace mucho tiempo pero que nunca encontraba el momento. Sólo he leído el primer tomo, pero me ha encantado y espero poder hacerme con los otros cuatro para saber cómo sigue la historia.
Rokka es una mujer de treinta años, dueña de una floristería. Uno de sus trabajadores, Hazuki, de veintitrés, está perdidamente enamorado de ella. Pero entonces Hazuki descubre que en realidad Rokka es viuda y que el fantasma de su difunto marido, Shimao, vive con ella sin que nadie lo sepa, porque no está dispuesto a aceptar eso de que “hasta que la muerte os separe”. Y, para acabar de complicar la situación, Hazuki es el único que puede ver a Shimao, algo que complica y mucho su relación con Rokka.
Se trata de una historia muy tierna. Con elementos de lo más cotidianos y con ese toque sobrenatural que aporta la presencia de Shimao. Además, combina en el punto justo el drama y la comedia, para que ninguna de las dos se haga excesiva. El estilo de la autora también me gusta mucho. Es muy sencillo, sin grandes fondos ni detalles, pero que consigue expresar muy bien los sentimientos de los personajes a través de sus rostros y expresiones. Además, tiene sello propio, algo que se agradece mucho en los mangas.




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